¿Qué es Barrio | Bairro Berlin?
Agenda
19:00

Ein Gedicht lebt in jedem Phänomen, aber es ist fast unmöglich, es in Begriffe zu fassen. Es bleibt ungreifbar, es entzieht sich der Sprache, es ist schwer zu fassen, als würden wir uns unter Wasser bewegen oder als würden unsere Versuche „eine Geste im Wasser“ zeichnen.
Dank der Partnerschaft zwischen der Zeitschrift alba und dem Siesta Verlag erscheint in diesem Monat der nächste Titel der alba.edition mit Alex Flemmings wunderbarem Coverbild. Das Buch ist eine Sammlung von Gedichten und Übersetzungen führender deutscher und brasilianischer Dichter wie Matheus Guménin Barreto, Timo Berger, Leila Danzinger, Marit Heuss, Cornelia Hülmbauer, Odile Kennel, Sofia Mariutti, Douglas Pompeu, Lubi Prates, Nina Rizzi, Jan Schaldach, Andra Schwarz, Danilo Serpa und Rafael H. Silveira.
Buchvorstellung und Lesung mit den Autoren Douglas Pompeu, Timo Berger, Odile Kennel, Marit Heuß und Jan Schaldach
18:30 - 20:30

Samanta Schweblin, nació en Buenos Aires en 1978. Sus dos primeros libros de cuentos, antologados en Pájaros en la boca y otros cuentos, obtuvieron los premios Fondo Nacional de las Artes y Casa de las Américas 2008. Su primera novela, Distancia de rescate (2014), fue nominada al Premio Booker Internacional, obtuvo los premios Shirley Jackson y Tournament of Books como mejor libro publicado ese año en Estados Unidos y fue llevada al cine por Claudia Llosa para Netflix. En 2018 publicó su segunda novela, Kentukis, nominada también al Premio Booker Internacional. Siete casas vacías (2015), su siguiente volumen de cuentos, obtuvo el Premio Narrativa Breve Ribera del Duero y el National Book Award en 2022. Su último libro es El buen mal (2025). Ha obtenido también importantes galardones por su carrera, como el Premio Konex de Argentina por su trayectoria como cuentista, y el Premio Iberoamericano José Donoso. Algunos de sus cuentos han sido publicados en revistas como The New Yorker, Harper’s Magazine, Granta, McSweeney’s y The Paris Review, y han sido galardonados, entre otros, con los premios Haroldo Conti, Juan Rulfo y O’Henry. Traducida a cuarenta lenguas, Samanta Schweblin reside desde hace más de diez años en Berlín, desde donde escribe y enseña escritura creativa. (Seix Barral, Planeta Libros, 2025)
Dunia Gras es profesora titular del departamento del departamento de Filología Hispánica, Teoría de la Literatura y Comunicación de la Universitat de Barcelona. Se ocupa, principalmente, de la recepción del estudio de las redes literarias de la narrativa hispanoamericana en el mundo editorial, desde los escritores del boom hasta la actualidad, subrayando las relaciones transatlánticas, desde una perspectiva transnacional. Entre sus publicaciones destacan El viaje imposible. En México con Roberto Bolaño (Tropo, 2010), junto a Léonie Meyer-Krentler y el fotógrafo Siqui Sánchez, El arte de la nostalgia. Cartas de Néstor Almendros a Guillermo Cabrera Infante (Verbum, 2013), América Latina y la literatura mundial: mercado editorial, redes globales y la invención de un continente (Iberoamericana, 2015), con Gesine Müller (U. Köln), Más allá del estrecho dudoso. Intercambios y miradas sobre Centroamérica (Valparaíso, 2018) con Tania Pleitez (U. degli Studi di Milano) y la edición crítica de La ciudad y los perros (Cátedra, 2020), con materiales inéditos de archivo. (Fragmento perfil de la Universitat de Barcelona)
19:00

Este año, el Senado de Berlín ha vuelto a ofrecer becas a autores berlineses que no escriben en alemán. De entre 241 solicitudes, se seleccionaron 12 becarios para presentar sus textos en el LCB. El autor egipcio Ahmed Awny, el escritor afgano Taqi Akhlaqi, la artista multidisciplinar Francesca Aisha Iwa d'Ath, que escribe en inglés, el autor Joey Morris Bahlsen, que escribe en inglés, la escritora chilena Patricia Cerda, la autora georgiana Lela Chilingarishvili, el dramaturgo judeo-canadiense Jonathan Garfinkel, el autor indonesio Nelden Djakababa Gericke, el poeta ruso Alyosha Prokopev, el poeta turco İpek Seyalıoğlu y el autor Ripu Daman Singh, que escribe en inglés. Ahmed Awny y Raphaëlle Red, que también recibieron una beca, lamentablemente no pueden participar. Información detallada sobre los autores y los textos, tanto en original como en traducción alemana e inglesa, puede encontrarse antes del evento como estudio de VOOO en www.VOOO.space.
20:00

TWO Soundtracks. ONE Filmselection.
Since 2015 Sentimental Punk presents its research on structural & avant-garde filmmakers and invites Sound Artists to create soundscapes for the presented works.
This first act of our anniversary edition will bring a revisited selection of the very first Artist (!) of Sentimental Punk.
Special thanks to Isabella Reicher from Six Pack Films and to Julia Brunner & Stefan Enderwardt for having heard the idea @Kotti-Spielplatz and say ,, yessss lets do it! Please join us to celebrate together this upcoming 11 July, exactly in two weeks, as it was ten years ago!
First Soundtrack 20:30 hs, sharp on time through the sunset.
At 20:00 hs we offer a touch tour for people with visual impairments.
The venue is accessible via wheelchair.
Info about accessibility:
/ https://buerorix.de/sentimental-punk-accessibility-program/
The Sentimental Punk X Series is funded by Musikfonds e.V. by means of the Federal Government Commissioner for Culture and Media (BKM).
Live at Kotti-Shop and in case that you can not physically join, you can do so through the digital window of your computer in the form of a live stream @ Kotti-Shops TvTv Channel https://www.twitch.tv/kottishoptvtv (20:30 ECT)
Free entry. Donations are welcome.
And a last and fundamental note from our heart:
77 Sentimental Punks later we are still here and we want to celebrate together. In times when celebrating is not the biggest feeling, yes we decided to do so, as always, gathering in our dear Kotti, sharing and empowering each other, calling for justice and peace with resistance, with love.
Image Event: ©Kurt Kren, 1984 courtesy sixpackfilm
18:00 - 20:00

Mujeres frágiles y fuertes al mismo tiempo. Una adolescente espera la llegada de su primera menstruación junto a un prostíbulo. Un tratamiento de fertilidad agotador al lado de una planta que no para de crecer. Un ritual con viejas fotos familiares durante una tormenta. Dos primas en la celebración de un pueblo donde nada transcurre según lo esperado.
Gabriela Mayer (Buenos Aires, 1971) es cuentista y periodista cultural y le resulta inimaginable una vida sin escribir. Se graduó en Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Sus artículos fueron publicados en medios nacionales e internacionales como Infobae y la agencia de noticias dpa, donde se desempeñó como editora durante más de veinte años. Está a cargo del área de prensa del Goethe-Institut Buenos Aires y coordina talleres de escritura creativa. Recibió varios premios y menciones en certámenes literarios; entre ellos por el relato “El jueves del sillón”, primer premio del Concurso Leopoldo Marechal en 2008, y por “La terraza”, segundo premio del Concurso de Cuentos Victoria Ocampo 2015. Algunos de sus relatos se tradujeron al inglés, alemán y serbio. Entre sus libros se encuentran Sueños como cuchillos (Milena Caserola, 2022), El pasado sabe esperar (Alción Editora, 2018) y Todas las persianas bajas, menos una (Ediciones Al Margen, 2007). Nunca podemos descansar del todo es su más reciente volumen de cuentos.
Giuliana Kiersz es escritora, poeta, dramaturga, artista y libretista. Su trabajo, a medio camino entre la literatura, las artes performáticas y visuales, explora las intersecciones entre espacio y lenguaje para imaginar nuevos horizontes políticos y sociales. Ha obtenido el X Premio Germán Rozenmacher, el tercer premio en el XV Concurso Nacional de Dramaturgia, premios a la traducción por Maison Antoine Vitez y recientemente ha ganado los concursos Neue Szenen VII de la Deutsche Oper Berlin y Short Operette de Salzkammergut 2024. Sus textos fueron traducidos al inglés, francés, alemán, portugués, búlgaro y tsotsil y publicados por Rara Avis Editorial, Libros del Rojas, Fondo Editorial ENSAD, Editorial INTeatro, Espejo Somos, Libros Drama, Archive Books / Editions Solitude y Editions Espaces 34. En 2023 ha ganado los concursos Neue Szenen VII de la Deutsche Oper Berlin y Short Operette Salzkammergut. Su texto más reciente “Your Language Is Lying to You” ha sido publicado por Duke University Press y Yale University dentro de Theater.
Karen Byk nació en Buenos Aires en 1993, donde se formó como licenciada en Historia (Universidad Torcuato Di Tella). Desde 2018 vive en Berlín, cursa una maestría en la Universidad de las Artes (Universität der Künste) con una beca de la Rosa Luxemburg Stiftung y arma proyectos de poesía en español. Fundó y co-dirige Infraleve, un proyecto que edita autores latinoamericanos en Europa, y Pasajero del Muro, una iniciativa de eventos y talleres de poesía para hispanohablantes. Participó en varios festivales de poesía, entre ellos el Latinale (Festival de Poesía Latinoamericana de Berlín); el Literarisches Colloquium Berlín; el ciclo Domicilium (organizado por Berlín Untelevised); y el festival Encuentros mínimos/poesías transversales (Ecuador). Publicó el poemario Tocarle los huesos al bosque (Berlín, Siesta Verlag, 2022) y los fanzines Mensajes de amor en baños públicos (Berlín, autoeditado, 2019) y Distancia entre líneas (Berlín, Infraleve, 2019).
19:00 - 21:00

LUNES 14.07 a las 19:00 horas en el SALÓN BERLINÉS -live Salon und Stream!!!
Rodolfo Häsler & Anna Julian Mendlik, en español y alemán.
Proyecto subvencionado por el Senatsverwaltung für Kultur und Gesellschaftlichen Zusammenhalt
Moderación: Ingeborg Robles & Jose Luis Pizzi
Flyer: Ana Paula Ibáñez
Empanadas & vino
Crellestr. 26, 10827 Berlín
19:00

Miércoles 16 de julio a las 19:00hs
En julio volvemos con el Club de Lectura Bartleby. En esta ocasión leeremos El eternauta, de de Héctor German Oesterheld y Francisco Solano López. Para participar sólo tenéis que o bien pasar por la librería a por el libro o bien comprarlo en nuestra tienda online y mandarnos un correo a bartlebyberlin@gmail.com para que os apuntemos.
La gran primera novela gráfica en español. El Eternauta cuenta una historia que transcurre la mayor parte del tiempo en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, en un futuro distópico en el que una invasión de seres sobrenaturales se ha apoderado del territorio y ha desterrado a la población humana a socavones y cuevas en los que llevan vidas comunitarias y sencillas. Un estilo de vida que se contrapone al de los nuevos dueños del mundo, seres con conocimientos y tecnologías mucho más avanzadas.
¡Nos vemos en la librería!
B&C
18:00 - 20:00

Invitamos a los latinoamericanos y amigos de la literatura latinoamericana a contribuir a nuestro mapa de la literatura latinoamericana en Berlín. Estamos recopilando historias y lugares, folletos y fotos, entradas y carteles. La idea es escribir las historias de los muchos autores de América Latina que han enriquecido temporal o permanentemente y siguen enriqueciendo la vida cultural de Berlín.
Vengan a la Interkulturelles Haus el 17 de julio y participen en nuestro taller abierto. También pueden traer material si tienen algo en casa. Las y los esperamos.
Interkulturelles Haus, Geßlerstr. 11, 10829 Berlín
18:30
19:00

Jueves 17 de julio a las 19:00hs
Presentación de Oreja Madre
Lectura y conversación colectiva, con Dani Zelko y Guido Wertheimer
Entrada gratuita
Dani Zelko nos visita en la librería para presentar su libro Oreja Madre y en esta ocasión une fuerzas con el dramaturgo y director Guido Wertheimer en una conversación performática que profundizará en los procesos de duelo, memoria e identidad que atraviesan el libro, una obra que nace del cruce entre lo autobiográfico, lo ancestral y lo político. Tendremos ejemplares disponibles.
Sinópsis de Oreja Madre:
En 2023, impulsado por un vínculo sostenido durante años con comunidades indígenas en lo que se conoce como Argentina, Dani Zelko emprende la búsqueda de su linaje judío a través de las huellas de su tatarabuelo, un traductor del siglo XIX que rompió con el mandato rabínico para sumergirse en la literatura y el Movimiento Iluminista. De viaje con su familia por ghettos y campos de concentración en Polonia y Lituania, el diario de esa pesquisa se va cruzando con recuerdos de su infancia como un niño judío de Buenos Aires, con sus lecturas de formación, y con reflexiones sobre Reunión, el proyecto artístico que lo lleva a entrar en contacto directo con prácticas de conocimento ancestrales, territorios en disputa y comunidades amenazadas. Pero todo cambia bruscamente el 7 de octubre con el ataque de Hamas a Israel, en el que parte de su familia, que vivía en los kibutz de la zona, es asesinada. A partir de ese momento, el libro se convierte en un exorcismo crítico que va desarmando la narrativa familiar y complejizando la pregunta sobre qué significa ser judío hoy en plena embestida del Estado de Israel contra el pueblo palestino.
¿Por qué asumimos que el pueblo judío y el Estado de Israel son lo mismo? ¿Cómo oponernos al antisemitismo y al mismo tiempo luchar por la liberación de Palestina? En Oreja madre Dani Zelko propone una indagación colectiva sobre la espiritualidad, el duelo, la violencia y el territorio. En medio de la exacerbación global de los discursos de odio y con las tecnologías de guerra orientadas a anestesiar la sensibilidad y acallar toda crítica, este libro encarna la difícil tarea de desarmar los binarismos y asumir el desafío de la escucha. Escuchar el testimonio de quienes sufrieron un genocidio, de quienes padecen el trauma del racismo, de quienes son o fueron despojados de su tierra, su lengua, su cultura. Escuchar la posición de familiares, amigxs, colegas y maestrxs. Esa diversidad de voces confluye en un registro coral e íntimo que navega en medio de contradicciones históricas y verdades difíciles de aceptar.
Dani Zelko nació en Buenos Aires en 1990. Es artista, poeta, editor y músico. Su obra está hecha de palabras y personas. A través de distintos procedimientos y de viajes a diversos territorios, genera publicaciones y encuentros que accionan disputas políticas, prácticas de escucha y experimentos con el lenguaje. Desde 2015 lleva a cabo su obra Reunión, con la que publicó más de diez libros que fueron traducidos a varias lenguas. Dicta clases y talleres de arte y escritura en instituciones de distintas partes del mundo. Publicó también los libros de poemas Y las fuerzas del desorden, Selección sudamericana por la muerte y Post-natural. Su trabajo puede conocerse en ReunionReunion.com
Guido Wertheimer nació en Buenos Aires en 1996. Es dramaturgo y director. Sus obras más recientes trabajan con archivos olvidados, memorias inconexas, historias del exilio y fantasmas del presente. Desde 2020 vive en Berlín, donde estudió escritura escénica en la Universidad de las Artes (UdK). Ganó el premio de dramaturgia Hans-Gratzer 2024 por Los fantasmas reales, estrenada en el Schauspielhaus de Viena. En 2025 estrenó su último trabajo Nunca es verano en Ruhrgebiet, una obra documental sobre genealogía, violencia estatal y mitos familiares. Este mismo año fue autor residente en el Deutsches Theater Berlin. Sus textos se encuentran en el catálogo de S. Fischer Verlag.
¡Nos vemos en la librería!
B&C
19:00

El libro "Descolonizar la naturaleza. Por una ecología política latinoamericana: textos reunidos de Héctor Alimonda (1982-2017)" forma parte de la Colección Legados de CLACSO y fue recientemente publicado.
Héctor Alimonda (1949-2017) lideró durante 17 años el Grupo de Trabajo Ecología Política (hoy Ecologías Políticas desde El Sur / Abya Yala) de CLACSO. Nacido en Argentina y exiliado en Brasil, mantuvo una mirada profundamente latinoamericana de las ciencias sociales, el pensamiento crítico y la ecología política. Este libro, organizado por integrantes del Grupo de Trabajo, ofrece una compilación original de 24 artículos escritos por él a lo largo de su trayectoria académica, entre 1982 y 2017. Sin embargo, la vasta obra de Héctor no se materializa sólo en su legado sobre la ecología política o sus trabajos publicados, es antes bien una invitación a pensar y pensarnos en red. Cuando se cumplen veinticinco años del surgimiento del Grupo de Trabajo, esta herencia y sus espectros, en las propias palabras de Héctor, es lo que nos compromete en un pensamiento-acción vivo, en movimiento, siempre con esperanza. Algo que se revela esencial para afrontar la crisis civilizatoria y reimaginar futuros.
Kristina Dietz es catedrática de Relaciones Internacionales con especialización en América Latina en la Universidad de Kassel. Sus investigaciones se centran en los conflictos por la tierra y la minería, la transición energética, el cambio agrario, la transformación socioecológica, la política global medioambiental y de recursos, los movimientos sociales, la democracia y la participación. Su trabajo se centra en América Latina, especialmente en Colombia. Es coeditora del Handbook of Critical Agrarian Studies (con Haroon Akram-Lodhi, Bettina Engels y Ben McKay) publicado por Edward Elgar.
Gabriela Merlinsky es socióloga, investigadora principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina [CONICET] y profesora titular en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Es doctora de la Universidad de Buenos Aires en Ciencias Sociales, doctora en Geografía (especialidad geopolítica) por la Universidad Paris 8. Ha sido profesora en diferentes universidades en Europa, EE. UU. y América Latina. Es autora de varias publicaciones, entre ellas la serie Cartografías del conflicto ambiental en Argentina (CLACSO/ CICCUS, 2013, 2016, 2020), Arte y ecología política, (CLACSO / IIGG, en colaboración con Paula Serafini, 2020) y Toda ecología es política. Las luchas por el derecho al ambiente en busca de alternativas de mundos (Siglo VeintiunoEditores, 2021).
Facundo Martín es investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas [CONICET] y profesor del Departamento de Geografía de la Universidad Nacional de Cuyo en Mendoza, Argentina. Es doctor de la Universidad de Buenos Aires en Ciencias Sociales. Coordinó junto a Héctor Alimonda y Gabriela Merlinsky varias ediciones del Seminario de Posgrado de CLACSO sobre Ecología Política Latinoamericana. Junto a Héctor Alimonda y Catalina Toro Pérez coordinó la edición de los volúmenes I y II de Ecología política latinoamericana (2017), publicados por CLACSO. Recientemente obtuvo la Beca Georg Forster para investigadores con experiencia de la Fundación Alexander von Humboldt de Alemania (2024-2025).
Artistas

Karen Byk

Samanta Schweblin

Giuliana Kiersz

Patricia Cerda

Douglas Pompeu

Odile Kennel
Texto e Imagen
Relectura: ...ese fantasma solitario y triste...
Amir Valle
SERMÃO SOBRE A CASA MAL-ASSOMBRADA
Ricardo Domeneck
"El hecho de que los libros estén aquí implica toda una gestión, un trabajo": charlas de Barrio con Teresa Cosci
Daniel Sarmiento
“La escritura también es un acto performativo; escribir poesía es combinar cosas”: charlas de Barrio con Cristian Forte
Karen Byk
Foto: Erike Stehli
Samanta Schweblin
National Book Award for Translated Literature 2022
Premio Iberoamericano de Letras José Donoso 2022
O. Henry de Narrativa Breve por Un hombre sin felicidad 2022
Premio IILA-Literatura 2021
LiBeraturpreis 2021 (nominación)
Samuel Fischer- Visiting Professorship for Literature 2020/2021
Premio Mandarache 2020
International Booker Prize 2020 (longlist)
Man Booker International Prize 2019 (longlist)
LiBeratur 2019 (nominación)
Shirley Jackson Award (Novella) 2017
The Man Booker International Prize 2017 (longlist)
Premio Tigre Juan 2015
Premio Ribera Del Duero De Relatos 2015
Premio Juan Rulfo por Un hombre sin felicidad 2012
Giuliana Kiersz
Foto: Dirk Skiba
Patricia Cerda
Foto: Birgit Heitfeld
Douglas Pompeu
Odile Kennel
Foto: Jan Beumelburg
Relectura: ...ese fantasma solitario y triste...

Fragmento de la novela inédita No hay hormigas en la nieve
Marion, sus sádicos ojos azules, la desbordada sensualidad de su copiosa cabellera rojiza, debe haberse escapado del mismísimo infierno. Alguna vez, mientras estudiabas el alemán allá en el Instituto de Lenguas en La Habana, te topaste en la biblioteca con un libro de pinturas: "Mujeres famosas y míticas", era el título, y aunque allí encontraste verdaderas maravillas del arte pictórico que demostraban que la perfección del cuerpo de la mujer había obsesionado con razón a casi todos los pintores a lo largo de la historia humana, jamás entendiste qué fuerza extraña te hacía buscar aquel libro y abrir, una vez tras otra, la página de un cuadro titulado "Representación de Lilith", de John Collier. Una enorme serpiente había enredado su cuerpo a la pierna de una hermosa mujer desnuda, le envolvía la cadera cubriéndole pudorosamente el sexo y seguía subiendo hasta posar su enorme cabeza sobre el hombro de la muchacha, como si contemplara extasiada sus sensuales senos blancos. No había ni una pizca de peligro en aquel abrazo. Y pese a que el animal clavaba sus ojillos afilados y apuntaba con su fina lengua libidinosa aquellos pequeños pezones rosáceos, más que invadir la desnudez de la muchacha parecía fundirse con ella, disfrutarla como una posesión, pero ─y esto tal vez era lo que te imantaba en aquella imagen─ como si ella, en pose virginal, desvalida, deseara ser poseída. Era la perfecta imagen del elevado estado espiritual que alcanzan dos seres que desean amarse carnalmente, y nada grotesco, pornográfico, ni amenazador, ni animal o depravado había en aquella escena.
Tal vez por eso supiste que te gustaría decirle "mi Lilith", sin atreverte a confesar que ese primer instante en que la viste en aquella fiesta de la embajada ─celebraban el 26 de Julio, día en que Fidel asaltó en 1953 dos de las fortalezas militares de Batista, en lo que la historia considera el inicio de la guerra de liberación contra el dictador Fulgencio Batista─ lograste verla desnuda aunque ella llevara puesto un escotado vestido azul con el que insinuaba unos senos regios, provocadores. Verla y transportarte a la desnudez subyugante de la rubia del cuadro de Collier fue una misma cosa. Con el añadido intrigante de no saber por qué al reproducir en tu memoria aquel cuerpo rubio que la serpiente envolvía, protectora, posesiva, celosa, te trasmitía la sensación de que Marion, esa rubia que de pronto tenías ante ti, tímida y voluptuosa, también estaba desnuda. Y, aunque ella seguro lo notó, desde que comenzaron a conversar luego de una brevísima presentación: "esta es Marion, Javier, la especialista que atiende Cuba en el Ministerio de Finanzas alemán", te sentiste encandilado por el guiño que te lanzaban esos senos suyos, tan engatusadores, y los mirabas con la misma insistencia de la serpiente del cuadro de Collier, aunque en tu caso con un deseo más animal. Tal vez por eso este es uno de esos momentos en tu relación con Marion que, siempre que lo recuerdas, se reproduce en tu mente en un presente rotundo.
─Todo el mundo le ha tirado bala a esa niña, Javier ─cuando te ve pasar rumbo a la barra improvisada, en busca de unas copas para ti y para tu Lilith, te advierte Fenelo, cómplice, su enorme cuerpo torturando los muelles de uno de los sofás en la sala de recepciones de la embajada─. Pero la tipita es como Juana de Arco.
─¿Lesbiana? ─"¡vaya mierda!", piensas.
─¡No, hombre! ─te ataja, para tu alivio, el gordo─. Dura de roer. Algunos aseguran que es, como dirían los españoles, una calientapollas, ya sabes, que te pone a mil con sus puteríos y luego se lleva la escalera y te deja colgado de la brocha. Otros juran que es una putica de alcurnia, que sólo come carne de calidad, es decir, pejes de altura. Pero me parece que todo eso es chismorreo de machos heridos por su rechazo.
─¿Sabes lo que me acaba de decir mi compañero? ─le dices a Marion, una vez que has regresado junto a ella─. Que todo el mundo aquí ha intentado acostarse contigo y que no has aceptado a nadie, así que unos, los más amorosos, dicen que vas provocando a los hombres para luego dejarlos con el calentón y otros, los más cabrones, que te acuestas sólo con los grandes jefes... Parece que en esta sala el único que piensa bien de ti es él, mi compañero ─y apuntas con una mueca al gordo Fenelo─, el gordo del sofá. Dice que todos esos son chismes de machos heridos porque los has rechazado...
─Y tú, ¿a cuál de esos dos clubs de "machos heridos" te apuntas? ─responde, indicándote con la fuerza que hace en las palabras "machos heridos" que esa definición puede ser la que mejor define lo que se comenta de ella─. Si le hacemos un interrogatorio a estos ─y, sin dejar de mirarte, se señala con un dedo la protuberancia de sus senos apretados por el amplio escote─ te acusarían de acoso sexual.
─Soy de los que piensa que uno siempre tiene el "no" asegurado ─y sonríes, o intentas hacerlo del modo más natural posible, aunque sientes que lo que te sale es una mueca, tan teatral como la escena que tú mismo, con tu osadía, acabas de montar.
─Entonces vas a intentar conquistarme...
─LLevo haciéndolo ya hace doce minutos ─y haces una pausa, mirando tu reloj mientras hablas─...,veintitrés segundos y 45 centésimas de segundo. Si le sumas que te he acosado con esa salsa escandalosa como fondo musical y en medio de este griterio que todos arman para ser escuchados por sus compañeros pese a la música, creo haberme ganado el derecho a seguir siendo tu compañero esta noche, al menos mientras dure esta fiesta.
Era, pese a su apariencia de mujer dura e independiente, un animalito tierno que prefería el escondite cálido de su cueva, un pequeñísimo apartamento en un triste edificio gris a unas cuadras del cine Colloseum: su personal, intransferible y, sobre todo, secreto museo de antigüedades. Aunque en este caso el término antigüedad tuviera otras connotaciones a la habitual. Nada que ver con esa "cualidad de antiguo, marca del paso del tiempo en un objeto" del que hablaban los diccionarios. Un rincón con fotos de sus amigos de la infancia ─y Marión te había hecho saber que apenas acababa de cumplir los 26 años─; la tetera y las tazas de té que usaba su abuela materna cuando venía de visita los fines de semana; varias figuras de madera talladas por su primer novio, a los 14 años; el manuscrito de una obra de teatro famosa que el tío Tepy, hermano de su madre, había logrado colar en el majestuoso teatro Volksbühne en Rosa Luxemburgplatzt... esas, entre otras, eran sus antigüedades.
─Creemos que lo antiguo tiene que ver con cosas que nos resultan ajenas, lejanas, a causa del tiempo, porque vienen de otras épocas, ¿sí? ─y su tono de pregunta era más bien una afirmación, la señal precisa de que no necesitabas responder. Sólo asentiste: una leve y brevísima inclinación de la cabeza, antes de escucharla continuar─. Pero hay cosas que son ajenas, que están lejanas, no porque estén muy atrás en el tiempo sino porque te las arrebataron y todo parece gritarte que eso es definitivo, que jamás volverás a verlas, tocarlas, olerlas, ¡qué se yo! ¿Me entiendes? Por eso digo que estas son mis antigüedades.
Y de paso, se protegía de los curiosos. Cuando hablaba de aquellas posesiones, todos se equivocaban ─incluso a ti te había pasado hasta que estuviste en aquel apartamento─ y se hacían la idea de habitaciones llenas de muebles viejos, de cuadros de pintores olvidados con marcos tallados fuera de moda, de jarrones venecianos o chinos, de estanterías cargadas de cristalerías de tiempos tan lejanos... en simples palabras, de un apartamento anacrónico anclado en medio de la modernidad de uno de los barrios más modernos de Berlín. Nadie imaginaba, para suerte de Marion, que las fotos la transportaban a los años vividos junto a esos amigos que se habían ido perdido cuando escaparon hacia el otro lado del muro; que cuando tomaba té, el fantasma vivo de su abuela volvía a sentarse frente a ella, con su tierna sonrisa arrugada, escapándose de esa tumba en el cementerio que no ha podido jamás visitar porque está en esa zona de Berlín que sus jefes en el Ministerio de Finanzas llaman territorio enemigo; que siempre que quita el polvo al librero sobre el cual ha colocado las tallas de su novio, lo recupera en una esquina de la sala, silencioso, empeñado en dar forma a uno de esos troncos de árboles que recogía en los bosques de la ciudad, y sólo así, viéndolo todavía trabajar allí, borra la imagen de ese muchacho con el cuello agujereado por una bayoneta de fusil que le mostró el policía que vino a verla para que reconociera a ese "ciudadano que pretendía traicionar a su pueblo"; y que la horrenda letrona de niño de primaria con la cual su tío había escrito aquella obra de teatro que ella pasara en limpio en la ruidosa robotrón que se había ganado por sus méritos laborales en una asamblea de méritos en el Ministerio de Finanzas le permitían revivir esos momentos en que lo vio interpretar a uno de los personajes de aquella obra, meses antes de que la censuraran "por problemas ideológicos y debilidad revolucionaria" y de que el tío, asfixiado por el acoso irracional que pretendía devorarlo, interpretara la más inolvidable de sus puestas en escena, esa en la que se metía en la boca el cañón de la escopeta de dos cañones del abuelo Fred... y halara el gatillo.
─¿No es como vivir entre espíritus?... Son muertos, Marion ─al menos tú no creías poder vivir así.
─Hay muertos que te cuidan más que los vivos ─contestó.
─Suena místico ─replicaste, aunque en verdad habrías querido decir: suena falso, porque lo místico siempre te había llegado con el tufo venenoso de la falsedad.
─A esos que llamas "muertos", que en cualquier caso son "mis muertos" ─y aquí enfatizó con algo parecido a la rabia esas dos palabras─..., a esos muertos lo único que les importa es que yo no pierda mi alma, Javier. Y tú sabes bien que allá afuera hay muchos que han perdido su alma, o la han vendido al mejor postor. ¿Quiénes crees que están más podridos, estos, "mis muertos", o aquellos? ─y señaló hacia ese pedazo de ciudad que podías ver, efectivamente, como un paisaje muerto, frío, sin alma, al otro lado de la ventana.
Llegaste a creer que Marion tenía también algo de maga: sus muertos parecían cuidarla, se confabulaban para mimarla en aquella soledad que comenzó a compartir contigo los fines de semana, una vez dejadas atrás las pesadas tareas de su trabajo en el Ministerio de Finanzas y de tus funciones como traductor oficial en la Embajada cubana en Berlín, e incluso te atreverías a jurar que aquellos apacibles espíritus te aceptaron más rápido de lo que pensaste como parte de las cotidianidades secretas de su protegida. Al principio, ¿qué dudas había si hasta llegaste a sentir el soplo rumoroso de su respiración, el roce suave de sus pasos sobre la alfombra?, te oteaban desde lejos, tal vez incómodos aún por aquel intruso que rompía todas esas libertinas costumbres con las que impedían que el otro mundo muerto, el que latía afuera, en las calles, envenenara el corazón de Marion, convirtiéndola en uno más de esos seres desposeídos de alma que se gruñían unos a otros por los únicos resquicios de libertad que la sociedad les permitía. Después, animados seguramente por la dulce sumisión con la que Marion se plegaba a tus caprichos, fueran estos tan plácidos como disfrutar juntos y en silencio del té verde sirio que ella preparaba los domingos en las tardes o fuesen tan brutales como tus embestidas sexuales (aquí aquellos invisibles fizgones debían darse cuenta de que, pese a la visible violencia supuesta de la cópula, se trataba de un acto supremo de amor), fueron acercándose, despacio, sigilosamente, llegando a rodearte con tanta complicidad como lo hacían con ella. Y esa cercanía comenzó a romper tus defensas, más que nada aquellas que, cuando vivías en Cuba o te movías entre tus colegas en Berlín, eran tan útiles para sobrevivir en esa selva de competencias desleales, delaciones y sospechas que eran los predios diplomáticos. Descubriste, posiblemente contagiado por la rebeldía de esos fantasmas que te rodeaban, que ya podías hablar en voz alta de asuntos que fuera de aquel apartamento ni siquiera llegabas a mascullar, vocación social de mudez, silenciamiento voluntario conveniente que resultaba escandalosamente idéntico en el comportamiento público de la gente en Alemania y Cuba.
─¿Has leído ya 1984? ─dijo Marion uno de aquellos domingos. Sentados en el balcón, aprovechando el primer sol tímido que anunciaba el fin de un horrendo invierno, aspiraste el amargo aroma del tazón humeante de té verde que ella acababa de servir. “¿Algún informe?”, pensaste y ella debió adivinar, bruja divina desnuda envuelta en su batón semitransparente, que no tenías idea de lo que hablaba.
─Tienes que leerlo ─dijo entonces, se puso de pie y caminó hasta el rincón donde se alzaba el estante con las esculturas talladas años atrás por su novio─. Es una novela. Todo el mundo debería leer a Orwell, pero yo apostaría a que un cubano le encontrará a ese libro muchas más lecturas que cualquier otra gente en el mundo.
Regresó al balcón con dos librillos medianos, forrados con las carátulas de una fea revistilla que habías visto en los estanquillos meses atrás: “Wir wünschen uns ein Baby – Möglichkeiten der Geburtenregelung”, guía oficial para formar a las familias que deseaban tener hijos. Era curioso aquello: el resto de los libros que Marion conservaba en los estantes, publicaciones todas de las editoriales estatales alemanas, lucían allí sus horripilantes carátulas, como muestra clara del mal gusto de los diseñadores alemanes.
─Serán los primeros libros que quiero que leas ─le oíste decir─. Cuando quieras buscarlos, sacas la segunda gaveta de ese estante y, al fondo, encontrarás una lomita de ejemplares de eso que en nuestros trabajos llamamos “literatura prohibida”. Empieza por este.
Y puso en tus manos uno de aquellos dos libros: “Rebelión en la granja”, leíste.
─Con ese te vas a divertir. Es una parábola con mucho humor sobre los sistemas totalitarios ─y quedó esperando a que terminaras de hojear el ejemplar, manoseado, de hojas gastadas, evidentemente por excesivas lecturas que intuías clandestinas. Cuando te vio terminar, te extendió el otro libro─. Pero con este, 1984, te vas a horrorizar. Yo pasé días deprimida.
Alzaste los ojos hacia ella. No eras capaz de imaginarla deprimida. Pareció entender.
─Sí ─dijo entonces─. Incluso alguien como yo se deprime. Cuando lees libros que te hacen ver las mordazas y las ataduras invisibles con las que has vivido casi toda tu vida sin darte cuenta, una de las consecuencias posibles, más que lógicas, es la depresión, ¿no crees?. A nadie le gusta descubrir que vive en la mierda, y encima, que se ha revolcado engañada en esa mierda, creyendo que se zambullía en un lago de perfume.
Si con Rebelión en la granja, como había augurado Marion, reíste casi a carcajadas, entre otras cosas, por lo irónicamente cercana que te resultaron aquellas jugarretas entre los animales por asumir el poder, todo el poder, y más exactamente por la resonancia casi íntima que para ti ─como para cualquier cubano─ tenía la más conocida frase de ese libro: “Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros”, con 1984 te sentiste acosado ─¿qué pasaría si ese Gran Hermano que velaba el mundo más allá de la ventana, en Cuba, o allí, en Berlín, se colaba en aquel apartamento de habitantes, vivos y muertos, tan díscolos?─, pero con Caballería roja, de Isaac Babel; El Maestro y Margarita, de Mijaíl Bulgakov o con Archipiélago Gulag, del ruso Alexander Solshenytzin, se produciría un verdadero desplome de algunos ladrillos que creíste muy bien colocados en ese muro frente al que creciste en Cuba, viéndolo allí como una construcción cotidiana, diríase que natural, biológica, puesto que su comunicación contigo había sido siempre a través de tentáculos semejantes a gráciles lianas que, engañosamente, te maniataban. ¿Cómo imaginar por esos días que, además de las grietas que aquellas lecturas provocaban en tu cada vez más débil fe en lo que Marion llamaba burlonamente “pureza cosmética del socialismo”, la misma relación con aquella alemanita alocada y adorable provocaría otros dañinos temblores en tu hasta entonces tranquila vida de traductor?
─Que le cojas el culo a una alemana no es problema. Si soy honesto, te digo que algo así habla muy bien de la hombría nacional, eso de que los cubanos somos unas máquinas en la cama, ya sabes, un orgullo nacional ─dijo la rata Murillo, su sonrisa cínica colgada como una babosa mueca en su cara─. El asunto es que estás violando una ley que en este oficio es sagrada: nada de relaciones personales con extranjeros, y aún menos si son funcionarios de otro gobierno.
─¿Puede aplicarse eso en este caso? ─pues siempre aquella norma te había parecido un soberano absurdo─. Se trata de una alta funcionaria de un país amigo..., alguien confiable...
─Confiable, Javier, es una palabra que no está en el diccionario de este oficio ─te interrumpió, dicho esto a lo “Magister dixit”─. De todos modos, como sé que desde que llegaste has mostrado una insolente resistencia a escucharme, te aconsejo preguntarle a mi tocayo, tu amigo Fenelo, qué piensa de tu indisciplina.
─En eso sí que estas jodido, Javier..., Murillo tiene razón ─contestó el gordo Fenelo esa misma tarde y dejó caer una mirada hambrienta al plato de salchicha con mayonesa, mostaza y papas fritas que colocaba sobre la mesa la joven camarera de la cantina del Ministerio de Relaciones Exteriores con la que ya se habían acostumbrado a tratar, pues la muchacha hablaba perfectamente el español─. La ley es la ley y en algo como eso ninguno de nosotros puede saltarse las reglas. En los primeros años nos colaron muchos espías así; se aprovecharon de que los cubanos queremos meterle mano a todo lo que pase vestido con faldas y las cubanas tienen fama de ser más calientes que la caldera más grande del infierno, la que alimenta y cuida Satanás en persona, y por eso nadie se asombró cuando salió esa prohibición..., pura estrategia preventiva.
─¿Y el trabajo de ustedes, de verificar a la gente con la que nos relacionamos, no aplica aquí...?
Sacudió la cabeza con brusquedad en una rotunda negativa, la boca llena de un gran mordisco con el que había desaparecido el último trozo de su salchica. Finalmente tragó y consiguió hablar.
─Esa ley de no confiar en nadie fue impuesta desde el Olimpo por el mismísimo Fidel ─se limpió una esquina de la boca con una servilleta que luego tiró sobre la mesa, manchada de mostaza, y te miró con cara de hombre satisfecho: en el plato ya no quedaba ni una papa frita─. ¿Sabías que existe incluso un departamento para vigilar a esos que todos creemos que tienen la total confianza de Fidel?
Era casi noticia pública, una táctica de Fidel para que todos supieran que nadie escaparía a la vigilancia de ese Gran Hermano que tanto te había conmocionado tras la lectura de la novela de Orwell. Incluso, y esto te lo confirmó Fenelo, existía un grupo de vigilantes de altísimo nivel cuyo trabajo era vigilar a los máximos responsables de los organismos de inteligencia y contrainteligencia, y estos, a su vez, eran vigilados por un equipo de hombres que sólo respondían al mismísimo Fidel Castro. Y las malas lenguas aseguraban que a esos “fidelísimos” los vigilaba otro grupo, de cuya existencia nadie tenía pruebas, pero al que todos temían. “El más perfecto Gran Hermano”, pensaste.
─¿Mi consejo? ─el gordo Fenelo miró a los lados, como si verificara que nadie se acercaba─. Como oficial responsable de cuidarte a ti y a los otros mamarrachos de la embajada, te digo que cortes esa relación y no te compliques la vida...
Extendió una pausa en la que tomó otra servilleta y volvió a limpiarse la boca y, después, dedo a dedo, con fuerza, como si pretendiera eliminar incluso el olor de la grasa y la mostaza con aquellos restregones.
─Si has hecho esa diferencia es porque como amigo tienes otra sugerencia... ─y lo viste asentir ante tus palabras.
─¡Le has dado al centro de la diana! ─ su rostro, de pronto, llegó a ser más que severo, tétrico─. Como amigo que ha visto que lo tuyo con Marion parece serio, te diría que hagas creer que eso se acabó y véanse donde ni la sombra de ustedes mismos lo sepa. Yo prefiero estar entre esas sombras que nada sabrán. Así que, otro consejo, no me digas lo que piensas hacer. Y que te quede claro, si te pescan en esa jugada, yo seré quien tendrá que apretarte los cojones, ¿queda claro?
Por eso acordaste con Marion en verse en los lugares más insólitos de Berlín, todos estratégicamente alejados, prácticamente intransitables: los bosques cercanos a la ciudad de Werneuchen; algunas orillas del gran lago Müggel; un hermoso y tranquilo cementerio en Buckow que a Marion le encantaba desde niña porque allí habían enterrado a una maestra que ella adoraba en sus primeros años escolares y porque tenía unas mansas, casi paradisiacas vistas al lago Schertmützel, e incluso los alrededores boscosos de algunas playitas atestadas de gente en Rügen, sitio elegido también por ella convencida de que todo aquel que la hubiera escuchado hablar horrores de las frías aguas de ese mar ─y eran muchos, le constaba─ jamás sospecharía que iría allí ni siquiera de visita. Y a esa precaución ─montar la bicicleta y recorrer la ciudad hasta alejarse hacia esas zonas que habían acordado utilizando cada vez distintos teléfonos públicos─ se añadían todas las vueltas, escaramuzas y, como comenzaste a llamarlas, “pernoctaciones”, que variabas semana tras semana para evitar que descubrieran tu destino final de los viernes o sábados: el mullido camastro, cálido y siempre oloroso a agua de violetas, en el cuarto de Marion en su apartamento de la avenida Schönhauser.
SERMÃO SOBRE A CASA MAL-ASSOMBRADA

Como começar? Como começar um texto, uma história? O começo define seus meios e seus fins? Como se começa o texto de uma vida privada ou de uma vida coletiva? O texto de início, o texto representativo de uma pessoa que precisa falar como representante de uma nação específica, em um continente específico? Eu estou sobre esse palco, é meu corpo sobre este palco, mas vocês me olham como representante de uma república, a República Federativa do Brasil, com uma língua oficial, a língua portuguesa, em um continente, a América, sendo eu considerado parte e fruto de uma região que vocês chamam de América Latina.
*
— RELATÓRIO DAS ASSOMBRAÇÕES —
Há sombras no meu corpo. São árvores
mortas, transformadas em móveis
e canoas, pontes e cabanas.
Outras escalaram o céu em fumaça
pra aquecer os corpos dos meus trisavós.
Foram baobás e tílias, ipês
e carvalhos, jacarandás e acocôs.
Troncos combustíveis assombram
meu estômago, essa outra fornalha.
Aí, os bois mortos. Vacas e bezerros
mugem suas elegias nos meus ouvidos,
e antepassados de porcos e ovelhas.
São galinhas ancestrais, e cotias,
e capivaras que fogem dos meus tataravós.
Há os gritos de alerta de macacos e veados.
São as onças que vêm, e os homens.
Trazem seus terrores nativos à terra.
Meus próprios mortos têm suas vozes
abafadas por vezes na gritaria geral
do além e aquém: o aquém-ali, além-aqui.
Falam línguas que não entendo, gaguejam
seu português avermelhado, empretecido.
Falam de marimbondos a zunir num toró.
De tamanduás a buscar água na cacimba.
São heptavós e decavós que se mesclam
e gritam nos escanteios do mundo.
Não tenho como justiçá-los a todos,
não sei como lavrar nos cartórios
cada uma de suas assinaturas.
As heranças são dívidas repartidas.
A água transborda na panela de feijão.
Fórum enxertado, reconheça minha firma.
Autentique essas certidões de óbito.
Os fantasmas de oliveiras e videiras
esperam em jarras no fundo de um mar,
em naufrágios romanos,
que seu azeite e vinho cheguem a nós
para que suas azeitonas e uvas
cumpram seu destino.
O azeite há de benzer minha fronte.
O vinho fará sorrir cada morto meu.
Os fantasmas de homens e mulheres
esperam no fundo de um oceano,
em naufrágios portugueses,
que seu sangue e saliva cheguem a nós
para que seu SOS cumpra seu destino.
Em meu corpo grita a mãe de outra mãe
tão longínqua, filho não há que a socorra.
Parte da família aduba as jabuticabeiras.
Um pedregulho machuca meus pés
no sapato, é o lembrete de sua origem,
que foi amputado de uma montanha.
Venta porque outro lugar precisa de ar.
O mundo descansa em sua violência
apaziguada.
*
Nos últimos anos, com as catástrofes políticas recorrentes que se abatem sobre o Brasil, sobre a América Latina, uma das perguntas também recorrentes entre meus amigos, colegas, escritores, é sempre: como e quando isso começou? Onde começamos a cavar o buraco no qual caímos a cada 20 ou 30 anos? Golpes que são chamados de revoluções, revoluções que são chamadas de golpes. Aqui uma insurreição, ali uma revolta. Mudar para que nada mude. Nada é mais eficiente na América Latina do que os agentes do status quo.
Vocês pedem agora que eu fale por um continente, por um país, essas colônias, esses impérios, essas repúblicas, e por milhões de semelhantes diferentíssimos, e nessa língua, essa língua que falo, e que nela eu expresse o fantasma de milhares de línguas mortas, as de morte morrida e morte matada, as assombrações dentro da minha boca, os meninos mortos dentro da minha cavidade bucal, essa cova rasa, essa vala comum de uma língua comum.
Começo. O que é o começo de uma performance numa língua com cerca de 800 anos de História, que agora se bifurca em vários continentes? No primeiro texto de suas “Galáxias”, Haroldo de Campos escreve, assim escreve seu começo:
“e começo aqui e meço aqui este começo e recomeço e remeço e arremesso e aqui me meço quando se vive sob a espécie da viagem o que importa não é a viagem mas o começo da por isso meço por isso começo escrever…”
Mas é outro o texto que tomamos como texto fundacional do Brasil, a carta, a famosa carta de Pero Vaz de Caminha ao rei Dom Manuel, quando as três caravelas portuguesas aportaram no que é hoje o estado brasileiro da Bahia:
“E o Capitão-mor mandou em terra no batel a Nicolau Coelho para ver aquele rio. E tanto que ele começou de ir para lá, acudiram pela praia homens, quando aos dois, quando aos três, de maneira que, ao chegar o batel à boca do rio, já ali havia dezoito ou vinte homens.
Eram pardos, todos nus, sem coisa alguma que lhes cobrisse suas vergonhas. Nas mãos traziam arcos com suas setas. Vinham todos rijos sobre o batel; e Nicolau Coelho lhes fez sinal que pousassem os arcos. E eles os pousaram.
Ali não pôde deles haver fala, nem entendimento de proveito, por o mar quebrar na costa. Somente deu-lhes um barrete vermelho e uma carapuça de linho que levava na cabeça e um sombreiro preto. Um deles deu-lhe um sombreiro de penas de ave, compridas, com uma copazinha de penas vermelhas e pardas como de papagaio; e outro deu-lhe um ramal grande de continhas brancas, miúdas, que querem parecer de aljaveira, as quais peças creio que o Capitão manda a Vossa Alteza, e com isto se volveu às naus por ser tarde e não poder haver deles mais fala, por causa do mar.”
NOTA VISUAL: [cena do filme ‘Descobrimento do Brasil’, do diretor Humberto Mauro]
*
FANTASMAGORIA DAS LÍNGUAS MATERNAS
Meu pai contava os mantimentos:
um feijão, dois feijões, três feijões,
e o fantasma da minha mãe
os catava sobre a mesa da cozinha,
deles extraía as pedras e plurais:
um feijão, dois feijão, três feijão.
Meu pai pregava, dolorosos ferrões
tinham as vespas e abelhas,
sua defesa na ponta do abdômen,
e o fantasma da minha mãe
repetia aos filhos: tomem tento,
os marimbondos, as mamangabas.
O pai alertava, sábio, contra chuva
que se avizinhava no interior
como um canavial em chamas,
e o fantasma da minha mãe
concordava: em breve o toró
despencaria, alagaria o igarapé.
O pai e sua cinta trançada de couro
tinham a rapidez do seu punho,
esfolava, pelava o nosso traseiro,
e o fantasma da minha mãe
jamais errava uma chinelada sequer,
mira certeira contra as bundas.
Avarento eu não sou, dizia meu pai,
pânico de que os recursos do clã
se esgotassem, e o fantasma da mãe
era quem conhecia o fim da comida
e da saúde, a extinção da tribo,
esgoelava: é muquirana! muquirana!
Não se embrenhem mato adentro,
dizia o pai: os grandes felídeos
e ofídios estão à espreita, bocarra
anti-barriga. O fantasma da mãe
expunha o bucho, ciciava: vem, jaguar;
sucuri, vem; socorrei, ou vingai-me.
*
É estranho pensar que o escrivão diria que o barulho do mar impedia a compreensão entre aqueles homens, uns de um povo conhecido como português, os outros de um povo conhecido como tupinambá. Muito maior incompreensão viria nos anos, décadas e séculos posteriores. O barulho do mar, o barulho do Atlântico que foi por séculos silencioso entre os povos da Europa e os povos da América.
Em ‘Tristes Trópicos’, Claude Lévi-Strauss escreveu: “Resta-nos, talvez, corrigir um segundo erro, que consiste em pensar que a América ficou durante 20.000 anos cortada do mundo inteiro, sob o pretexto de que assim o estava da Europa Ocidental. Tudo sugere, ao contrário, que ao grande silêncio atlântico, tenha correspondido, em todo o contorno do Pacífico, um zumbido de enxame.”
*
CARTA À MATRIARCA
Saudações
meio secas meio líquidas,
os cumprimentos
do barro e da costela.
Escrevo do centro do umbigo
que é a cicatriz vitalícia
de minha maculada conceição.
Queridíssima Urmamífera.
Caríssima Protouterina.
Não é à toa
que o seu nome
nas línguas várias
vem das mais fáceis sílabas,
aquelas das quais são capazes
os bebês, os infantes,
nossas miniaturas
de baba e pernas titubeantes.
{Ma} é só um balbucio,
alfabeto fonético para iniciantes,
articulado
num abrir e fechar
de lábios
como os que se encaixam
nos mamilos
para sugar as proteínas
das fábricas industriosas
de suas mamas.
Minha pequena pomada-de-calêndula,
minha minúscula mercúrio-cromo.
Ovípara ardilosa
que faz do próprio bucho
uma casca de carne-cálcio,
faz de si mesma
a primeira
doadora de órgãos.
Para fazer esse
M + A,
os lábios fechados ocluem
por um segundo
o ar
dos meus pulmões,
eu que sou filho do pós-guelra,
para chamar a Senhora
que é filha do pré-guelra.
Minha pequena dinossaura,
minha minúscula pré-história.
Ave, primeira
professora de línguas.
Eu pio desesperado
no ninho de galhos
sequíssimos, tão
prontos à combustão.
A Senhora se faz meu totem
para tornar-se a primeira
legisladora de tabus.
Por anos segui sua manufatura
de gêneros,
seus respectivos costumes
e figurinos, eu que não
passo de argila,
argamassa e reboque.
Eu, manequim de loja em falência.
A Senhora, sentada
nas cadeiras, assemelhava
aquelas pequenas estátuas
pré-históricas
que anacronicamente
chamamos de Vênus,
elas próprias
assimilando ovos,
figuras femininas redondas,
de tetas grandiloquentes,
a fértil feminil.
Minha pequena geleia de tutano,
minha minúscula bolsa de estopa.
É A Senhora quem faz a diferença
entre o tico-tico e o pardal.
É A Senhora quem faz a diferença
entre a chuva e o toró.
A Senhora
que ensinou
agigantar as significantes gramas
até que tivéssemos
o trigo, o arroz e o milho.
A Senhora
que presidiu
sobre a mutação das lobas
em cadelas
e as guiará de volta ao lupino.
A Senhora
que sobreviveu
a cada uma das cinco grandes
extinções
e lentamente sobrevives a esta.
No tororó eu ouvi
a água que houve.
Hoje sei que perigosa
mesmo a Cuca
nunca foi.
Cá estou em sua boca,
encharcado da saliva do crocodilo.
Minha pequena arqueóloga,
minha minúscula Tutancâmon.
A que me untou com os seus unguentos,
a que me besuntou com seus emplastros.
A que me enfaixou, múmia, em seu linho.
A que me enfeixou, mosca, em sua teia.
*
Mas é este o começo, como ainda se ensina nas escolas da América Hispânica e no Brasil? Que estes países começaram com a chegada, a invasão dos europeus? Em nenhum momento na escola foi-me dito algo sobre as pedras usadas para astronomia pelos povos indígenas em Calcoene. Sobre a Civilização Marajoara. Sobre os geoglifos na Amazônia. Sobre os sítios arqueológicos na Pedra Furada. Sobre a bela Pedra do Ingá.
NOTA VISUAL: [usar imagens desses artefatos]
*
Sigo agora aqui neste discurso sobre a língua materna, e nela vão escondidas as assombrações de outras línguas maternas, as línguas das mães indígenas e das mães africanas, aquelas que nos ensinaram seu português avermelhado, empretecido.
Quando um brasileiro diz TORÓ, e não CHUVA, há aí uma assombração, o fantasma de mães mortas.
Quando um brasileiro diz MARIMBONDO, e não VESPA, há aí uma assombração, o fantasma de mães mortas.
Quando um brasileiro diz SAÚVA, e não FORMIGA, há aí uma assombração, o fantasma de mães mortas.
Quando um brasileiro diz CUTUCAR, e não TOCAR, há aí uma assombração, o fantasma de mães mortas.
Quando um brasileiro diz CAPIM, e não MATO, há aí uma assombração, o fantasma de mães mortas.
Quando um brasileiro diz BUNDA, e não TRASEIRO, há aí uma assombração, o fantasma de mães mortas.
NOTA VISUAL: cena do filme ‘Macunaíma’, de Joaquim Pedro de Andrade.
Porque são as mães que ensinam a língua. É por isso que dizemos LÍNGUA MATERNA e não PATERNA. Mas a história da língua é uma história de proibições. Em 1755, o governo português sob o Marquês de Pombal editou o decreto conhecido como “Diretório dos Índios”
Diretório dos Índios. 1755.
Cláusula 3 — “3 Não se podendo negar, que os índios deste Estado se conservaram até agora na mesma barbaridade, como se vivessem nos incultos Sertões, em que nasceram, praticando os péssimos, e abomináveis costumes do Paganismo, não só privados do verdadeiro conhecimento dos adoráveis mistérios da nossa Sagrada Religião, mas até das mesmas conveniências Temporais, que só se podem conseguir pelos meios da civilidade, da Cultura, e do Comércio: E sendo evidente, que as paternais providências de Nosso Augusto Soberano, se dirigem unicamente a cristianizar, e civilizar estes até agora infelizes, e miseráveis Povos, para que saindo da ignorância, e rusticidade, a que se acham reduzidos, possam ser úteis a si, aos moradores, e ao Estado: Estes duos virtuosos, e importantes fins, que sempre foi a heróica empresa do incomparável zelo dos nossos Católicos, e Fidelíssimos Monarcas, serão o principal objeto da reflexão, e cuidado dos Diretores.”
Cláusula 6- “6 Sempre foi máxima inalteravelmente praticada em todas as Nações, que conquistaram novos Domínios, introduzir logo nos povos conquistados o seu próprio idioma, por ser indisputável, que este é um dos meios mais eficazes para desterrar dos Povos rústicos a barbaridade dos seus antigos costumes; e ter mostrado a experiência, que ao mesmo passo, que se introduz neles o uso da Língua do Príncipe, que os conquistou, se lhes radica também o afeto, a veneração, e a obediência ao mesmo Príncipe. Observando pois todas as Nações polidas do Mundo, este prudente, e sólido sistema, nesta Conquista se praticou tanto pelo contrário, que só cuidaram os primeiros Conquistadores estabelecer nela o uso da Língua, que chamaram geral; invenção verdadeiramente abominável, e diabólica, para que privados os Índios de todos aqueles meios, que os podiam civilizar, permanecessem na rústica, e bárbara sujeição, em que até agora se conservavam. Para desterrar esse perniciosíssimo abuso, será um dos principais cuidados dos Diretores, estabelecer nas suas respectivas Povoações o uso da Língua Portuguesa, não consentindo por modo algum, que os Meninos, e as Meninas, que pertencerem às Escolas, e todos aqueles Índios, que forem capazes de instrução nesta matéria, usem da língua própria das suas Nações, ou da chamada geral; mas unicamente da Portuguesa, na forma, que Sua Majestade tem recomendado em repetidas ordens, que até agora se não observaram com total ruína Espiritual, e Temporal do Estado.”
E é assim, é assim que eu hoje falo sobre este palco não a minha língua materna. Mas a minha língua paterna, o português, o português avermelhado e empretecido dos brasileiros, no qual em toda frase surge aqui e ali uma palavra indígena, uma palavra africana, e estas são fantasmas, fantasmas de avós e bisavós e trisavós e tataravós mortas, estupradas, escravizadas. A minha língua é uma língua violenta.
*
— TERRA NO CORPO —
Uma história da terra
no próprio corpo.
Do pai, a porção
branca da carne,
ascendência registrada
em cartórios por tabeliães,
o sobrenome que retém
do avô a pronúncia catalã
de origem, ainda
que sua grafia se tenha
baralhado, e, da avó,
nomes de cidades
do passado, como certa
Campobasso, que tanto
poderia ser Atlântida.
Do pai, principalmente,
a possibilidade dos convites
às salas-de-jantar da casa-grande.
Da mãe, o tingir
castanho da pele
de gente cabocla
do interior, sobrenome
proletário de qualquer
zé-ninguém, e o passado
esquecido de ocas,
do estupro de mulheres
ameríndias e africanas
apagado e silenciado
pela História,
mas não pela carne.
A carne lembra-se
e lembra.
Como o pânico irracional
da mãe, a cada gripe,
de que morra a casa toda.
As linhas retas de pais,
lembradas,
e as linhas tortas de mães,
esquecidas.
Mas na língua mesma
resiste
talvez a memória
de um desastre antigo,
quando empreteja
o céu e se grita
da casa-pequena
que se corra e tire
a roupa do varal,
que vai cair um toró.
É sempre e ainda
o toró que vem.
E a carne dos filhos
sem entender bem
o porquê,
deseja e teme
o toró-final
que venha e leve
roupa e varal,
quintal e casa.
*
Mãe? O que é uma mãe? O que é um matriarcado e um patriarcado?
NOTA VISUAL: [cena do filme “Pixote”, de Héctor Babenco]
*
tal qual
o saguipiranga
que se torna mico-leão-dourado
para extinguir-se;
o suaçuapara
que se torna cervo-do-pantanal
para extinguir-se;
a jaguapitanga
que se torna raposa-do-campo
para extinguir-se;
o jaracambé
que se torna cachorro-vinagre
para extinguir-se;
a jaguatirica
que se torna gato-do-mato
para extinguir-se;
*
Sei que língua minha mãe usava
para se dirigir a sua mãe, e qual esta falava
com a sua, essas mães de mães de mães,
quanto mais porém me distancio, rumo
ao passado nessa Tábua de Ouija, sinais
achados em cartas velhas, certidões
manchadas de nascimentos, óbitos,
mais difícil é minha comunicação
com meus mortos nesse estranho código
morse, em línguas estrangeiras e mortas.
Meus antepassados e eu nos encaramos
em margens opostas daquele velho rio,
e gesticulamos, gesticulamos, fazemos
movimentos e formas com as mãos,
umas magricelas, outras descarnadas
até os ossos. A interpretação
desses gestos depende da meteorologia
em nossos respectivos infernos.
Por vezes creio que dizem: "una-se a nós",
noutras, "fique onde está." Um pedido
de socorro talvez seja só reprimenda,
que por vezes interpreto como incentivo.
Só conversamos em nossos horários
de almoço, pois sendo quem são, ou foram,
ou serão, até no inferno meus mortos
acabaram entre os pobretões.
*
LÍNGUA MATERNA
"Otras lenguas me inspiran un sagrado rencor"
[Enrique Lihn]
para Will Santt
uma casa ensombrada é a língua
da mãe da mãe da minha mãe
sob sibipirunas das quais tílias
brotam num podre tronco morto
de baobá ali aninha sua quilha
o esqueleto dum falcão peregrino
e rasga no bico o miocárdio
dum filhote fêmea de bem-te-vi
que ainda traz no bucho o resto
de regurgitada goiaba goela a goela
uma casa assombrada é a língua
da mãe da mãe da minha mãe
comuna-vala de corpos salinos
na mordaça duma travessia trans
-atlântica uns superfícios outros
abissais pelos fundões marujos
até se doarem calcioconchas
esbranquiçadas via gosto brasil
n'areia no marulho na maresia
o madeirame podre de caravelas
cascavel no canavial é a língua
da mãe da mãe da minha mãe
na peçonha adocicada de sinais
primevos de carne apodrecida
como nas bananeiras das bocas
das minhas irmãs tias e primas
mal se vê a mancha-sangacho
a vazar de primas irmãs e tias
das pernas a mácula do canto
de coração-de-boi e mãe-do-sol
uma ilha-íngua inchada é a língua
da mãe da mãe da minha mãe
ilharga que cicia e se cerze a si
a cada rombo dessa ovípara-mor
a marsupial de colos perlários
que catequizam ovíparas-mirins
na madeira-de-lei o jacarandá
de cristaleira de vó antiquíssima
onde os pratos de sopa são tão
fundos quanto crânios de antas
uma boca escancarada é a língua
da mãe da mãe da minha mãe
sob samambaias a folha de flandres
o látego no flanco da mula fértil
ela é o grito na cozinha que todos
ouviram à congregação do almoço
o concílio dos impostos paternos
após os cigarros cervejas baralhos
abandone o jejum pelos caçulas
Rute que por Noemi propaga Javé
uma sangria desatada é a língua
da mãe da mãe da minha mãe
que grita um ó imperativo e não
vocativo das próprias analfabetas
mães a trajarem linho e algodão
que esfregam e torcem e fervem
num pavor atávico de micróbios
pela casa encerada a agachada
de quatro feito bicho pela casa
gata que lambe sangue das patas
"El hecho de que los libros estén aquí implica toda una gestión, un trabajo": charlas de Barrio con Teresa Cosci

Teresa Cosci (San Luis, Argentina, 1960) vive desde 1987 en Berlín donde participó en colectivos de mujeres y creó junto a otras el Ándale, Frauenvideogruppe. Es madre de dos hijas. Ha trabajado en periodismo, en radio, como creadora y conductora del programa América Indígena, Radio Univ. Nac. de Córdoba (1980-1985); en esa época participó también realizando trabajo social en sentido amplio con comunidades indígenas Wichí de Formosa, entre otras. Ya en Berlín, trabajó también en televisión para el canal alemán DW como locutora y traductora de documentales; también ha sido traductora y locutora para audioguías y/o catálogos de museos, lugares de la memoria y galerías de arte, en Alemania, Países Bajos, Austria y Suiza. Desde hace más de diez años y concretando un sueño lleva adelante la Librería y Espacio Cultural andenbuch.
La entrevista fue realizada por Daniel Sarmiento Osorio
La redacción estuvo a cargo de Daniel Sarmiento Osorio
En esta conversación con nuestra vecina la librera, traductora y locutora argentina Teresa Cosci discutimos en torno a su labor como dueña y librera de Andenbuch, una de las librerías latinoamericanas más emblemáticas de la capital alemana.
Nuestra conversación con Teresa no podía ocurrir sino en su mismísimo lugar de trabajo, una librería ubicada en el patio interior de un edificio en el número 59 de la Bergmannstraße de Berlin: Andenbuch. Aunque seguramente para muchos lectores residentes en la ciudad basta con que se la nombre para evocarla mentalmente, una breve descripción tal vez puede terminar por revelar aspectos de los cuales los clientes quizás somos vagamente conscientes, pero a lo mejor nunca hemos enunciado con claridad en el pensamiento o a voz alta.
En general, el camino para llegar allí ya nos predispone a cierta calma. Al caminar desde la estación de U-Bahn Südstern y luego por la Bergmanstraße, se puede notar que esta calle tiene a un costado un boscoso cementerio y al otro un puñado de cafés y negocios pequeños. Nada de supermercados, nada de oficinas; solo distintas formas del descanso. El patio interior perpetúa esta idea: un pequeño jardín de inspiración japonesa iluminado solo en su coronilla nos escolta hasta la puerta de la librería. Cuando entramos, nos recibe una sala hogareña: sofás y sillas alrededor de una mesa de centro. Rodeando la sala, no obstante, está el alma de la librería: una enorme estantería que alberga obras literarias notables de Latinoamérica y España, así como así como ensayos sesudos sobre temas tan distintos como las teorías decoloniales de Edouard Glissant o las escrituras inclasificables de Gloria Anzaldúa. Junto a las estanterías, en las paredes, se pueden vislumbrar algunos carteles y objetos que anuncian las solidaridades de la tienda: un pañuelo verde del movimiento feminista, tejidos de elaboración amerindia, un cartel en pro de la causa zapatista…
Cuando tuvimos esta conversación todavía era verano, por lo que la puerta del negocio permanecía abierta para circulación del aire. Aunque Teresa había olvidado nuestra cita y me confesó que no gusta mucho de ser entrevistada, no tardamos mucho para vernos envueltos en la charla…
Pensando en que en 2024 se cumplieron cuarenta años de la librería, y que fue establecida y dirigida muchos años por otras personas, nos gustaría saber cómo te empezaste a relacionar con este espacio cuando llegaste a Alemania.
Efectivamente ya más de cuarenta años, se fundó en 1984. Yo llegué en el 87 y la conocí. Era un espacio que por aquel entonces quedaba en Nollendorfplatz, en Schöneberg. Poco después el colectivo que la fundó se deshizo y la siguió llevando Thomas Reubens, un uruguayo alemán que la tuvo casi 20 años. Él la convirtió en una librería de lenguas romances porque logró comprar una librería que estaba en insolvencia, la Romanische Buchhandlung de Berlín, que fue establecida a comienzos del siglo XX.
Después de la caída del muro la ciudad cambió y entonces se abrieron otras librerías en italiano, francés, portugués, no sé si rumano... Y fue entonces cuando yo decidí comprar la librería, porque Thomas estaba en proceso de jubilarse y devolverse.
¿Qué fue lo que te motivó a llevar a cabo esa adquisición? ¿Cómo sientes que tu nueva dirección, es decir el nuevo proyecto que empieza cuando tú adquieres la librería, se conecta un poco con lo que había antes?
Bueno, en realidad para mí siempre había sido un sueño tener una librería; desde niña soy una bibliófila, desde los orígenes. Aunque en ese momento en realidad quería hacer otro proyecto y por eso fui a invitar a Thomas a que se uniera, pero fue justo ahí cuando él me dice que se vuelve a Uruguay y yo me decido a comprar la librería.
Creo que tiene ahora la misma dirección que tuvo en sus orígenes: que sea un lugar de encuentro, fundamentalmente, de pensamiento crítico y político. Todo eso lo he mantenido y creo que además lo he acrecentado.
Y sin embargo, ¿percibes algún cambio o expansión de cara a ese propósito original?
El colectivo en sus orígenes lo que buscaba era que hubiera un lugar de encuentro latinoamericano en ese momento. Casi todos ellos eran exiliados políticos, venían de todas las horribles dictaduras latinoamericanas del Cono Sur; de Chile, Uruguay y Argentina. Ese fue su proyecto original y yo lo he respetado también.

Y en un aspecto más pragmático, ¿cómo fue ese proceso de adquisición en la práctica? Tengo entendido que poco después de que adquieres la librería encuentras este local para reubicarla, ¿qué factores incidieron en la elección de este lugar?
Como decía, no adquirí el lugar propiamente, sino que adquirí una librería. O sea, adquirí un nombre con toda su historia, una cierta cantidad de libros y una pequeña cartera de clientes. Pero bueno, es lo que había en ese momento. Ya con este lugar en particular me encontré de una manera mágica, como ocurren muchas cosas.
El local está en un patio interior. No da a la calle, donde todo el mundo pasa y puede ver la vidriera llena de libros. Tuve que hacer mucho para que la gente supiera que aquí está la librería. Para muchos Andenbuch fue la única librería latinoamericana que hubo durante muchísimo tiempo, particularmente para la gente de mi generación, pero para la gente joven nueva era difícil llegar y enterarse de que existíamos.
En general, mi necesidad era encontrar un local que pudiera albergar no sólo la librería, sino que fuera un lugar de encuentro de escritoras y escritores, de lecturas, de talleres. En fin, un espacio cultural. Y que además fuera accesible a personas con problemas de movilidad. Por eso ves que no hay en el centro de la librería una mesa llena de libros, ni cajas por todos lados: es necesario que sea así para que el espacio pueda transformarse y pueda haber en él lecturas, conciertos, microteatro...
Pensando un poco en la distribución del espacio físico y de los objetos, me llama la atención la manera como distribuyes los libros en las estanterías. ¿Cuál es tu criterio para ordenar los libros?
Invierto mucho tiempo en la curaduría de todo esto que ofrezco. En cuanto a la distribución física de los libros, tiene que ver con que me gusta que la gente se oriente más a través de los países, y ya dentro de cada país navegando su narrativa y poesía respectivas. Así, cada país está organizado en su interior por orden alfabético. Entonces se trató de una cuestión práctica, de evitar que, por ejemplo, si quieres buscar a un autor de República Dominicana no lo puedas encontrar, pero también de tratar que la narrativa siempre esté acompañada por la poesía correspondiente a ese país.
Pero también tengo secciones no organizadas por país y dedicadas al pensamiento crítico político, que me interesa muchísimo. Tengo una gran sección de ciencias sociales muy enfocada a teorías sociológicas y filosóficas de Latinoamérica, aunque también sobre otros fenómenos fuera del continente, como el actual conflicto palestino israelí, el Magreb o el feminismo en el islam… También me interesa tener una parte dedicada a Berlín, de traducciones y textos en lengua original de autores y autoras que escriben sobre Berlín; de esos libros hay bastante. Y bueno, también tengo una parte muy pequeña de la estantería dedicada a literatura infantil y juvenil.
Pero eso cubre apenas los libros que tienes en la planta superior de la librería, ¿qué hay en el sótano?
Abajo en el sótano tenemos una gran sección de usados, que recibo en donación porque el dinero que sale de su venta se destina a una escuela guatemalteca que se llama Santa Clara de Chajul. Hay gente que como ya sabe de ese proyecto benéfico viene cada tanto no solo a donar libros, sino también a ver qué tiene de nuevo para ofrecer y, si tienen buen ojo, encuentran tesoros.
Después tengo también una sección de bilingües, aunque no tengo libros de aprendizaje de idiomas como tal. Simplemente si me los piden, los traigo. También tengo literatura universal en traducción y a la inversa, es decir literatura latinoamericana o española traducida al alemán. Y bueno, incluso tengo una pequeña sección en catalán, porque también hay comunidades catalanas aquí en Berlín.
¿Y en general de qué manera resumirías el mensaje que buscas formular a través de tu curaduría?
Yo hago una curaduría bien pensada, me paso muchas horas buscando y viendo y leyendo. Soy lectora, lectora de todo, de ensayo de poesía, de filosofía, de sociología y antropología, que siempre han sido mis temas, lo que me ha preocupado. Me interesa muchísimo que la academia salga a la calle. Por ejemplo, si hay algún académico que hizo un estudio sobre Reinaldo Arenas, con toda seguridad voy a querer tenerlo pronto en la librería contándonos cuál ha sido su investigación. Aquí se acercan muchísimos académicos que ofrecen charlas y eso me encanta, porque así sus tesis y sus proyectos no se quedan solo entre ellos y el tutor, sino que también se da a conocer en qué andan pensando y cuáles son sus preocupaciones hoy en día.
¿Y cómo realizas la construcción de este catálogo de la librería? ¿Qué estrategias empleas para hacerlo?
Bueno, ese es uno de los secretos de la librería. Lo único que te puedo decir es que me arriesgo a comprar libros y que compro en México, Colombia, República Dominicana, Chile, Argentina… Es un riesgo que corres como librero porque son todas compras en firme. No se puede devolver un ejemplar que llegó dañado a República Dominicana o a México. Entonces tengo que hacer un una selección muy clara. También pasa que a veces te arriesgas y después de cinco años siguen los libros ahí…
Me imagino que también se trata del olfato que tú desarrollas frente al clima cultural y para saber lo que tus lectores quieren. En ese sentido, ¿te has formulado una idea de quién es tu cliente promedio? Y si es así, ¿cómo lo describirías?
Es muy variado en realidad. Hay gente que viene a buscar solo poesía. Hay otros que vienen un poco perdidos, sin saber qué quieren leer… Pero el cliente promedio busca mucho literatura latinoamericana, últimamente sobre todo mujeres. Tengo muchos clientes hombres que me dicen: “quiero leer mujeres, porque en realidad nunca lo hice”. Pero también nosotras las mujeres crecimos leyendo a hombres y en muchos casos en traducciones, algunas buenas y otras muchas malas. Aunque, bueno, yo me diferencio un poquito de eso porque en mi casa se leía también a mujeres, y de hecho vengo de una casa donde había lectores y lectoras.
También hay mucha gente que viene a buscar solamente ciencias sociales, feminismo, tengo una sección de literatura queer también. Como decía, es muy variado, no podría describir un cliente así promedio. Eso sí, tengo muchos estudiantes que son clientes y les hacemos descuento. Yo creo que la gente se acerca aquí justamente por el catálogo que ofrezco. Muchos pasan espontáneamente y se sorprenden con todo lo que hay, pero usualmente la gente que viene lo hace muy a propósito porque saben qué es lo que se ofrece.

Una de las cosas que he notado es que tanto tú como por Gabriel, el otro librero, suelen hacerles conversación a los visitantes y así de repente se comienzan a intercambiar intereses y temas de investigación. ¿Podrías comentarnos un poco más acerca de esa sociabilidad especial que se da en Andenbuch entre clientes y libreros?
Esa es la manera en la que me encuentro con la gente y como ellos se encuentran conmigo: conversando, hablando, sabiendo cuáles son sus intereses. A veces pregunto de dónde vienen y a algunos no les gusta mucho, pero siempre lo cuentan. Para mí esta pregunta es un ubicarnos en la geografía, en esa geografía que tienes dentro de ti y qué podría ser el Perú amazónico o Bogotá. Cuando lo pregunto no lo hago por una cuestión de nacionalidad, sino que me hago una imagen de la geografía de donde viene esa persona. Y bueno, todos los chicos que han trabajado acá también se integran inmediatamente a esto que nace de aquí, eso que está en este ambiente y en su espacio.
Siento que de alguna manera la distribución de las estanterías y la configuración de este espacio a manera de sala favorece ese intercambio. En el sentido en de que, por ejemplo, en otra librería se encuentra una división por categorías como ficción, no ficción, libros académicos, etc., mientras que en cambio acá el espacio invita a pensar directamente en la propia nacionalidad. También lo observo en las empanadas que tú tienes, los tejidos y afiches en las paredes…
No sé si se trate tanto de nacionalidad, sino más de esa idea de que venimos del sur, de que somos del sur y tenemos esta manera de ser. Además, aquí hacemos muchísimos eventos, y eso tiene mucho que ver con el hecho de que para mí la cultura es cuerpo. Yo sufrí mucho durante la pandemia sobre todo por eso, por no poder hacer eventos y encuentros. Aunque como el Senado de Berlín decidió durante la pandemia que las librerías vendíamos artículos de primera necesidad, así como farmacias y supermercados, pudimos abrir. Entonces abrimos incluso durante esos dos años y mucha gente llegaba a conversar, también hartos de lo virtual y queriendo sentir el papel.
Para mí no cobrar entrada a los eventos es algo fundamental. Lo hago porque puedo y porque eso invita a la gente a que participe de este espacio. Así, en lugar de pagar una entrada se pueden comprar un libro, comerse una empanada, tomarse una cerveza y conversar.
¿Bajo qué criterios seleccionas los eventos y talleres para presentar?
Al principio yo tenía que salir a buscar los eventos, pero ahora ya recibo un tsunami de ofertas. Eso me implica tener que hacer una curaduría. Elijo realmente lo que me interesa, pero trato de que durante en el mes haya variación. Este no es un lugar de conciertos, pero siempre hay algún concierto; es un espacio muy pequeño para hacer teatro, pero a veces hay microteatro también. Entonces se trata de intentar abarcar todas las artes.
En cuanto a las lecturas, tenemos la suerte de que Berlín atrae a muchísimos escritores y escritoras. Siempre hay autores invitados por el programa de artistas de la DAAD. Muchos que se acercan a la librería y a otros los invito a que vengan. Así que siempre tengo que estar muy atenta a la gente que llega a Berlín, pero también a la gente que está en Berlín, particularmente la gente joven. Hay escritores emergentes a quienes también me interesa darles espacio. En general este es un espacio que se presta para ofrecerlo.
Es muy patente que en Berlín hay una escena de escritura latinoamericana en ebullición, un movimiento fuerte y palpable. Pensando en que tu interés es que Andenbuch sea un espacio que se ofrezca a esta escena, ¿tienes anécdotas de eventos que ilustren como la librería se ha ido volviendo fundamental para ella?
Claramente yo no me siento sola en todo esto. Desde hace unos diez o 15 años en Berlín hay distintos espacios de cultura española, latinoamericana o mixtos que han venido creciendo como hongos. Hay muchos lugares y muchos grupos de poesía, grupos de lectura que se reúnen a veces en un café, en una casa o incluso a veces aquí…
Creo que el mío es solo uno de tantos espacios que se ofrecen para esto. También está la librería La Escalera con Germán Restrepo, que es un querido colega; el Salón Berlinés de José Luis Pizzi; Luis Meneses con su taller. Luis es un ícono de Berlín; antes de la caída del muro tenía un lugar increíble que se llamaba La Cueva cerca de Moritzplatz y ahora continúa presentando música, lecturas y cine en su atelier. Así que hay montones de lugares y el mío es uno de tantos. Lo que suma Andenbuch es la librería, igual que el espacio de Germán.
Me encanta que se den estos espacios a lo largo y ancho de la ciudad. Que no sea solo en Kreuzberg o Neukölln, sino que también haya en Prenzlauer Berg, Wedding… Estuve hace poco en una lectura en un lugar hermoso, y que pertenece a un proyecto que lleva dos años solamente, con un pensador peruano de casi 90 años que se llama Héctor Béjar. Lo vi presentarse en un lugar que se llama Prinzenallee, que era un Ballhaus, un lugar en el que antes había danza y baile, pero que desde hace dos años una chica peruana y su compañero alemán utilizan para presentar teatro y cine. Me sorprendió encontrar lugares así y cada vez hay más. Hay más grupos, particularmente grupos de mujeres: Sinapsis, que se creó hace poco; Migrantas, que ya lleva más años… El movimiento cultural y de pensamiento crítico en Berlín tiene larga data.
Pensando en el alcance de la librería más allá de la comunidad latinoamericana, ¿cómo sientes que la librería ha dialogado o entrado en contacto con las personas nativas y las instituciones alemanas? ¿Has recibido alguna de suerte apoyo por parte de instituciones culturales alemanas?
Hemos hecho algunos eventos bilingües donde ha participado una que otra editorial alemana, por ejemplo. Pero bueno, yo en calidad de dueña de un negocio no puedo acceder a ninguna subvención. Todo esto está hecho a pulmón y con mucho esfuerzo; contando cada pesito. Lo que voy a decir lo saben todos los libreros del mundo, y es que no es un negocio donde se gane mucho dinero. La diferencia que haces entre lo que inviertes y lo que recibes es muy poca. Lo que genera todo esto es que te toque seguir resistiendo y avanzando.
Subvenciones no he recibido jamás. O bueno, solamente recibí una para la elaboración del catálogo online, pero solamente una parte, que me la dio la Cámara del Libro alemana. Cuando empecé con el negocio fui a algunas consejerías porque no estaba muy enterada de si en calidad de librería podía acceder a esas subvenciones y me interesaba saber, pero lo que pasó fue que me mandaron a pedir un crédito. Entonces dije: “bueno, ya está”. Pero en fin, este espacio sí ha alojado eventos que han sido subvencionados. Hay varios grupos con apoyo externo, Migrantas, por ejemplo, que van a presentar proyectos y necesitan de un espacio para presentar su oferta cultural o política. Aunque bueno, todo lo cultural es político.
Mucha gente me dice: “qué hermoso una librería, qué romántico”. Pero claro, nadie piensa en la contabilidad, los impuestos de hacienda... El hecho de que los libros estén aquí implica toda una gestión, un trabajo.
Sé que en otras ciudades europeas a excepción de España es bastante difícil encontrar este tipo de espacios, de modo que uno puede imaginarse distintas diásporas latinoamericanas que no tienen lugares de encuentro basados en el lenguaje y la literatura comunes. ¿Qué tipo de comentarios recibes de esos visitantes?
Sí, conozco mucha gente que viene de visita y me dice que en tal o cual lugar no hay un espacio así y les digo: “ponte una librería; empieza con usados”. Y así los invito a que inicien sus propios proyectos, a que esto que está sucediendo aquí se multiplique también. Una de las razones por las que me gusta Berlín es que empieza a haber muchos lugares donde ocurren cosas. Tanto que a veces es difícil decidirse a qué evento ir porque muchas veces todo sucede en paralelo. Pero es muy bonito que eso ocurra, porque eso significa que estamos vivos y buscando que esto siga funcionando y creciendo.
La entrevista fue realizada por Daniel Sarmiento
La redacción estuvo a cargo de Daniel Sarmiento
“La escritura también es un acto performativo; escribir poesía es combinar cosas”: charlas de Barrio con Cristian Forte

Cristian Forte es un poeta argentino afincado en Berlín. Formó parte del grupo de arte Etcétera en Buenos Aires y el movimiento Internacional Errorista. De 2010 a 2018 fue coordinador de la no-editorial Milena Berlín.
En 2014 ganó el primer premio junto a Erica Zíngano en el Festival SoundOut - New Ways of Presenting Literature - por el proyecto KM.0, que consistió en varias intervenciones poéticas en el espacio urbano. En 2016, recibió la beca The Harbor/Beta-Local , prácticas artísticas y pensamiento estético en Puerto Rico.
Ha realizado performances, exposiciones y lecturas en: Berlin Biennale, Hausacher Leselenz Festival, Forum Stadtpark, Festival Internacional de Poesía de Quetzaltenango, Escuela de Arte de Zúrich, entre otros. Durante 2016-2017 dictó cursos de escritura creativa y no-creativa en la Universidad Libre de Berlín.
Actualmente es parte de la banda Rudolf y es cofundador del sello de música experimental y poesía sonora Carrots Tapes.
Publicó: Abr. (2010, Copyroboter), Alfabeto Dactilar (2014, L.U.P.I.), Goldene Regel (2017, Hochroth Verlag), Piktogramme (2018, Hybriden Verlag), SPLIT (2020, vinilo autoedición, Tom Bresemann / Cristian Forte).
La entrevista fue realizada por Martina Herman
La redacción estuvo a cargo de Daniel Sarmiento Osorio
En esta conversación con nuestro vecino el poeta y artista visual y sonoro argentino Cristian Forte discutimos en torno a sus inicios en el circuito artístico bonaerense, su llegada a Alemania, su labor como editor y algunos de sus proyectos pasados y presentes.
Con Cristian nos citamos en el café-bar Kollektiv K-Fetish, en el Bezirk berlinés de Neukölln. No más entrar nos percatamos de que el bar es como una antigua fortaleza con sus banderas bien izadas. Los pisos de madera antigua están desteñidos por el roce de incontables botas; el blanco desparejo de las paredes en yeso contrasta con los diseños y tipografías de grandes cuadernillos y pequeños fanzines. Junto a la puerta, bajo una bandera del movimiento trans, una pequeña biblioteca con títulos de Bell Hooks y otres autores relevantes para diversos movimientos reivindicatorios.
La clientela son en su mayoría estudiantes que llevan hoodies negras, keffiyeh o pantalones de sudadera; algunes con mullets, algunes con el corte a ras de la cabeza a los lados… No hay mucha iluminación, así que la poca que hay es intensa y los rostros en las mesas son planetas alrededor de una vela solar. Todo en el café remite al impostergable mundo que espera afuera y nos necesita: en la barra hay una colecta solidaria para donar fondos a la Cisjordania palestina, y la literatura a la venta invita a concientizarse sobre la violencia policial y otros problemas. Una mujer va entre las mesas con un vaso desechable pidiendo algunas monedas sin que les meseres la apuren o se la impidan. Luego de que ella haciera su ronda, comenzamos a conversar con Cristian.
¿Podrías contarnos un poco acerca de tus inicios en el arte performativo en tu Argentina de origen?
Desde el año 99 participé en un grupo de arte en Argentina que se llamó Etcétera. Fue un grupo que combinaba el teatro, la poesía, las artes visuales… Para recordar o refrescar un poco lo que significaba Etcétera, hay que hablar de todo lo que fue el proceso político-social en Argentina durante los años 90. Aunque cuando yo estaba trabajando en Etcétera el gobierno de Fernando de la Rúa ya había asumido, veníamos de heredar el modelo y la concepción política y social del menemismo, con todo lo que implicaba la introducción del neoliberalismo. O sea que estamos hablando de privatizaciones, flexibilización laboral, el uno a uno entre el peso argentino y el dólar... Simultáneamente a todo esto se daban otros fenómenos como la criminalización de la protesta social.
A Etcétera llegué por el colegio Nicolás Avellaneda, que quedaba en Palermo, Buenos Aires. Algunas personas del colectivo surgimos de ahí y ahí pude conocer algo verdaderamente importante para mí, que fue la teoría de la izquierda latinoamericana, incluidas la teología de la liberación y demás. El grupo Etcétera trabajaba desde el arte independiente y creíamos que nuestro discurso debía tener un peso no solo en ambientes culturales, sino también desde el ámbito de los derechos humanos porque nos sentíamos en total sintonía, por ejemplo, con la agrupación HIJOS. De hecho, algunas personas de Etcétera eran de HIJOS y ese grupo a veces también utilizaba nuestra sede para hacer sus reuniones, donde hablaban sobre lo que en ese momento era algo nuevo, que era el escrache. Nos interesaba a partir de la gráfica o el teatro llevar la denuncia a los militares que todavía estaban sueltos o que no habían tenido condena en ese momento y también solidarizarnos, como artistas, con otras luchas de carácter social y agrupaciones, entre ellas el movimiento de fábricas recuperadas, asambleas populares o movimientos sociales.
¿Y bajo la influencia de cuáles referentes empezaron a perfilar lo que iba siendo su praxis artística?
Como decía, nosotres estábamos haciendo arte en ese contexto social tan particular, pero al mismo tiempo entendíamos nuestra práctica desde una mirada que en ese momento era bastante importante en lo personal y para el grupo, que era la mirada de las vanguardias surrealistas. Nos gustaba tener una idea de tradición: une artiste siempre es heredere de alguna tradición, incluso sin darse mucha cuenta. Entonces, tomábamos elementos del surrealismo para poder hacer arte. Estábamos en un camino interdisciplinario, de autoformación, deseducándonos. Trabajábamos con poesía visual, tomando por ejemplo a la tradición chilena y al colectivo CADA. Raúl Zurita fue un referente justamente porque, a pesar de ser un poeta tan relevante, él demostraba su formación interdisciplinar al escribir sus poemas en el cielo con un avión o en los desiertos. Juan Luis Martínez también fue muy importante, Susana Thénon hablando ya del contexto argentino, etc…
Otro referente fue Juan Andralis. Él nació en Grecia, hizo arte en Argentina desde muy joven y luego fue a París, donde estuvo con la última generación del Grupo surrealista de París en los años cincuenta. Luego regresó a Argentina y participó en el Instituto Torcuato Di Tella como diseñador gráfico y creó una imprenta que se llamó El Archibrazo. Fue la casa donde estaba su editorial la que Etcétera ocupó para poder tener sus talleres tras la muerte de Juan en 1994. Nos encontramos con el tesoro de un artista surrealista: una colección de 2000 libros, entre los cuales había materiales de imprenta. También en ese lugar se había editado la primera edición de un libro que se llama Carta a los poderes, de Antonín Artaud, y también un cuento inédito de Borges, entre tantos otros. Yo no conocí personalmente a Andralis, pero siempre experimenté un contacto especial con él, algo difícil de explicar con palabras.
¿Y cómo fue tu llegada a Berlín? ¿Cuál fue el primer proyecto artístico que emprendiste en la ciudad?
Cuando llegué a Berlín pude definir mi idea de editorial siguiendo los pasos de Andralis y la fundé gracias a otro colega que se llama Matías Reck, quien ya desde 2006 había establecido en Buenos Aires la editorial Milena Caserola. Él dio el impulso definitivo para que puediera crear acá en Berlín una editorial independiente, Milena Berlin. En ese momento se estaba generando una feria de libros independientes en Argentina y que después se repitió y todavía continúa en Latinoamérica, la F.L.I.A., de modo que se estaba haciendo posible que las editoriales independientes pudieran tener más visibilidad y capacidad de autoorganizarse. Algo así sucedió acá también con la Portable Book Fair, que coordinamos con Jorge Goncalves del colectivo Altes Finanzamt.
Todo mi trasfondo viene de una visión muy independiente, autogestiva. Con el transcurso de los años pude identificar los contrastes que existen entre Argentina y Alemania en el medio cultural y de creación artística. Creo que acá a veces todo adquiere un formato que toma los parámetros de otra agenda cultural. Para participar de ciertos fondos hay que cumplir con determinada cantidad de requisitos, que no son solamente requisitos técnicos, sino que son a veces de contenido y hasta estéticos. No estoy juzgando la situación, sino que estoy estableciendo ciertas características de este medio alemán, donde se tiene que competir para hacer tal o cual proyecto.
La competencia está implícita en la lógica de financiación de ciertas cosas en Alemania, pero esto no se dio en el caso de Milena Berlín, la editorial que fundé gracias a Matías y asociada a la de él. Todas las ediciones estaban financiadas en parte por mí y en parte por les autores. De hecho, Milena Berlín fue una no-editorial concebida como una obra de arte en progreso. Fue también un patio de recreo y de experimentación sin grandes objetivos comerciales o incluso poca difusión. Milena Berlín se mantuvo activa desde el 2009 hasta el 2019 aproximadamente, aunque Mati todavía lleva la Milena Caserola de Argentina activamente. Por los años en que Mati fundó Milena, en Argentina estaba el proyecto editorial de Washington Cucurto, que se llamaba Eloisa Cartonera. Yo no estoy muy seguro de esa parte de la historia, pero creo que con el nombre de Milena Mati intentó generar algún tipo de broma, guiño de contexto, o al mismo tiempo una conexión de oficio más directa con Eloisa Cartonera.
Los libros cartoneros fueron todo un fenómeno que se daba en esos tiempos, un fenómeno de edición independiente y con una estética más bien definida. Aunque a mí me parece muy valioso el trabajo que hacen las editoriales cartoneras, que se pudo difundir en toda Latinoamérica, yo no quería seguir tanto esa línea. Pensaba que el libro es algo que puede retransmitir un estado o una emoción simplemente por ser un objeto en sí mismo y por eso necesita de un cuidado muy preciso en cada caso, así como de diferentes materialidades que lo expandan a la imaginación. Como decía Andralis: “Darle al libro la dignidad que tendría que tener, en tanto objeto”. Entonces para mí era importante conservar la perspectiva estética y realzar, al mismo tiempo, su aura y filiación con el contexto o universo fijo del libro. Aunque, en el caso de Milena Berlín lo hacíamos desde una apuesta muy independiente y hasta en algunos casos bastante punk, en el sentido de que estos podían llegar a ser libros hechos con muy poco dinero y a veces su manufactura incluía incluso el reciclado de botellas que encontrábamos en la calle. Tampoco me gusta la polaridad entre lo digital y lo físico, ni menospreciar ni un soporte ni el otro. Simplemente encuentro que el libro físico es un objeto que puede contener afectos, que puede contener una mancha y que puede contener aromas, etc. El libro artesanal siempre va a tener muchísimo futuro.
Retomando sobre tu no-editorial, ¿en qué dinámicas creativas se manifestaron estos principios estéticos que mencionas?
Volviendo a Milena Berlín, nuestras ediciones fueron artesanales y de tirada reducida. Lo de no-editorial yo lo interpreté como el hecho de que Milena Berlín no era una editorial, sino que, al ser una “editorial”, era algo que todavía tenía que definirse. Es decir, Milena Berlín fue un proyecto y un proceso artístico que no tuvo ni un principio ni un final predecible. Milena Berlín es una no-editorial que se propuso vivir una especie de proceso de producción de libros enfocándolo desde la importancia de la materialidad y de la forma de hacer y leer libros. O sea que mi no-editorial estaba centrada en el vínculo que se pudo haber generado con les autores que fueron participando. De hecho, para cada edición podía haber diferentes formatos y no había un método estricto de producción o visión definida, sino que más bien hubo una convivencia entre distorsiones. Pienso que esto está familiarizado con la poesía, que es lo que editábamos.
También hacíamos cosas que no eran necesariamente libros, por ejemplo se hizo una muestra colectiva llamada Orgión Berlín. Fue una colaboración entre Milena y un proyecto de Argentina llamado Oficina Proyectista, que era el espacio de exposiciones de una artista visual llamada Sonia Neuburger. Fue una colaboración con ella: me mandó por correo y por avión obras de artistas que participaban en la Oficina, y entonces Milena Berlín montó una exposición con ese material en el Kotti-Shop. Ahí se ve mejor lo que es este fenómeno de la no-editorial porque estábamos haciendo también lecturas de poesía, performances, exposiciones… Esa indefinición llevaba a que se produjeran muchos errores también, y el error es un concepto muy importante para mí. Digo esto porque el errorismo fue algo que también fue parte del proceso de composición de libros, objetos y de artefactos poéticos que se fueron creando.
¿Cuándo fundaste tu editorial exactamente y cómo fue ese proceso?
Habrá sido la Feria Libro de Frankfurt del año 2009 o 2010 en que Argentina fue el invitado de honor. Yo ya estaba acá, aunque desde hace muy poquito, y me contactó Matías Reck y me dijo que estaba interesado en participar, pero que finalmente no formó parte de las editoriales invitadas oficialmente. Entonces Matías me escribió un mail un día y me dijo: “Cristian, voy a ir igual y voy a llevar un montón de libros en mi valija”. En ese momento creo que las valijas podían cargarse hasta 30 kilos y creo que trajo muy poca ropa y vino a dormir a mi casa. Después de eso me dice: “quiero ir a Frankfurt, ¿querés venir?”, y yo le digo: “bueno, Mati, está bien. Podemos ir, pero ¿qué vamos a hacer?”.
No teníamos ni un stand y es una feria hipercomercial, o sea estábamos muy locos y aparte no teníamos invitación. Nos fuimos igual. Pedí plata prestada, sacamos unos tickets de tren, una amiga alemana habló con su hermana que vivía en Frankfurt y nos prestó un consultorio de acupuntura para quedarnos a dormir, en fin… Así que al otro día nos levantamos temprano y fuimos. Cuando entramos a la feria lo que sucedió es que encontramos stands vacíos, nos miramos y dijimos: “vamos a montar los libros ahí”. Fue la primera ocupación en la Feria de Frankfurt y tuvimos mucha suerte, no nos descubrieron en ningún momento. Así estuvimos toda una semana y los últimos días ya estábamos realizando lecturas de poesía a micrófono abierto, cosa que no era rara para nosotros porque todo eso sucedía en los años 90 en Argentina: ocupar casas o usar espacios independientes para hacer cosas no era una rareza, ni tampoco era para nosotros demasiado subversivo.
Luego volvimos a Berlín y Mati me dijo: “hay que crear una editorial acá”, y de esa manera yo empecé ese mismo año a hacer libros con Milena Berlín. Al tercer año de estar haciendo libros, me di cuenta de que lo que más me interesaba también era multiplicar el efecto de hacerlos, entonces empecé a dar workshops de Buchbindung y armado de libros en formato alternativo. Lo hice durante muchos años y ya en los últimos hubo personas que ya tenían sus editoriales independientes o artistas que participaban del taller. En mi casa guardo un montón de ediciones independientes que fueron haciendo artistes con quienes quedé en contacto.
Simultáneamente a todo esto estabas comenzando tu vida en Berlín, ¿cómo encontraste la ciudad?
Yo creo que Berlín es una ciudad excelente para aprender, para asimilar cosas, así que me moví por todos los lugares que podía. Viajé también mucho por Europa, recorriendo lugares que me interesaban… A Berlín la encontré en el final de un proceso de gentrificación, la encontré transformándose en una ciudad que está llena de automóviles y gente. Cuando yo llegué en el 2009, todo ya marchaba hacia ese plan anabolizante de Berlín como capital cultural que según se dice es un gran referente, aunque no estoy tan seguro de eso.
Pienso que acá sí se produce mucha cultura, pero que también hay que evaluar la fuerza, intención, creatividad y sustancia de esa cultura que se produce y bajo qué agenda se produce. Se sigue desarrollando un fenómeno esterilizante que hace de Berlín un centro de consumo cultural y al arte como una de sus ofertas, pero acaso lo que se produce en su mayoría son productos cargados de clichés. Entonces es un lugar donde escucho que se puede experimentar, pero dudo a veces de que existan tantas libertades para eso. Todo depende de los circuitos que se habitan y cómo se habitan, porque la realidad del experimento Berlín es que la ciudad, el sistema, empieza a experimentar con une y no al revés. Esto es algo que me propongo tener siempre muy presente porque también es una forma de vaciar contenidos y también objetivos personales, me refiero a objetivos artísticos, especialmente para une en tanto migrante y artiste. En 2010 compuse una obra que era un pequeño sello con una frase: hacía estampas en distintos lugares y la frase decía “Desintegrationskurs bestanden” (curso de desintegración aprobado). Alemania obliga a hacer un curso de integración para obtener una visa. Ya recién llegado, pude entender entonces que integrarse a algo suponía simultáneamente desintegrarse de otra cosa. Y este es un punto de conflicto interesante porque en lo referido a identidades, el desafío para mi es poder convivir como diferentes y no como iguales. En el fondo nunca me propuse ser parte de algo, y creo que no hay por qué serlo.
¿A qué te refieres con esto de vaciar objetivos?
Voy a ejemplificarlo con algo de lo que hablamos. La poesía o el arte para mí es una experiencia, es decir algo centrado en un tiempo, por lo que tiene más potencia en un momento y menos en otro. Esa experiencia tiene un punto cúlmine. Para mí el punto importante es el presente, es decir, esa instancia del proceso en el caso de Milena o cuando yo compongo poemas o performances, un ahora. Hay un momento en que esa obra llega a un formato y está cerrada: empieza un proceso de filtración y de pérdida de fuerza porque las cosas empiezan a ser solo libro u obra y no proceso de obra, porque en un momento todo se termina. Una obra puede mantener una fuerza, una potencia, pero al mismo tiempo se puede ir vaciando de a poco, y hay cuerpos e instituciones que pueden vaciar completamente la fuerza inicial que tenía esa obra, acelerar el deterioro o esterilizarla completamente. Es un juego algo dialéctico, digamos, dentro de un espacio-tiempo-movimiento donde interactúan sentido, contrasentido, suprasentido y sinsentido. Y la obra y el artista están expuestos a estos factores y es prudente ser sensible a ellos y tomar decisiones.
Además, cuando solo quedan los objetos que son los libros, no se puede traducir más. La experiencia de Milena no se puede traducir porque fue solamente un determinado momento artístico que se terminó. Se puede dejar registros o archivos de lo que fue ese momento, pero eso no representa lo que fue esa obra de arte, que fue un proceso de creación efímero, que ahora habita otros planos perceptivos. El caso de Milena existió como una no-editorial, fue una no-obra de arte, fue una experiencia, un grupo de personas determinadas. Y eso va alineado con la manera en que yo pienso el arte, esa experiencia que puede ser inútil y no-lineal.
¿Qué terminó sucediendo con Milena Berlín?
Milena terminó en el momento menos pensado, cuando recibimos un fondo del Kulturamt Friedrichshain-Kreuzberg para hacer un evento de poesía. Fue increíble, recibimos 5000 euros para hacer 5 lecturas aproximadamente en 2018, el proyecto se llamó RAUMumDICHTUNG. En ese momento empecé a darme cuenta de que ya se había cumplido un ciclo porque consciente e inconscientemente empecé a sentir una identificación muy fuerte con el proyecto, a aburrirme, y en ese momento se me hizo claro que se estaba gestando una nueva fase. También yo estaba reenfocando mi forma de hacer arte a una etapa mucho más individual y precisaba hacer tiempo para mí. Simultáneamente la generación de artistas que fueron parte de Milena empezó a salir de la ciudad. Si bien hubo autores de Milena provenientes de Alemania como Nikola Richter y Tom Bresemann, les artistes migrantes de la editorial formábamos un grupo que tras 9 o 10 años se iba desintegrando o redireccionando.
Y así surgió lo que es ahora Carrots Tapes, que es una editora y de la cual soy cofundador junto con el artista Miguel Mitlag. Estamos coordinando un label de sonido y poesía, de música electrónica experimental. La poesía está presente, obviamente, pero pasó a otra dimensión y soporte, otro tipo de concepción y distribución. Nosotros editamos cassettes, tapes. Ya vamos 12 ediciones. Para mí todo el abordaje del sonido es divertido como una manera de hacerse sutil, desmaterializar la cosa.

¿Cuándo empezaste con Carrots Tapes? ¿Cómo es su proceso de curación?
Creo que en 2018; mientras Milena estaba terminando, esto empezó. En cuanto a la curatoría, nos interesan determinades artistes y la poesía sonora, pero también hay música electrónica experimental y ediciones de soundscape, o sea, paisajes sonoros y ruidos. Estos últimos son obras no enfocadas necesariamente en la musicalidad de las cosas, sino que captan espacios o momentos. Por ejemplo, tenemos una edición que se llama Supermarkt Affair, que son grabaciones de paseos por supermercados de Berlín: tratamos de localizar los supermercados de las marcas más reconocidas de la ciudad, hacemos registros sonoros, los filtramos y los intervenimos. En el fondo son registros que intentan captar algún momento, como una situación performativa o poética, digamos.
También curamos una antología de poetas junto a Tom Bresemman con material de Mara Genschel, Anna Serra, Von jeglichem Wort, Discote Flaming Star,Norbert Lange, Mathias Traxler, Kina Thot, Ana Paula Santana, Jan Skrob, Turbida Lux, Stimu, Colectivo Retroescavadora, Jürgen Stollhans. Otra colaboración fue con Swantje Lichtenstein, que mezcla poesía con algunos soportes de música ambiental electrónica. Aunque en este caso es solo electrónica. También está el poeta de Puerto Rico Roberto Ncar, que nos compartió catorce registros de cassette que tenía desde los años 90s y nosotros hicimos una selección que terminó siendo un compilado de poemas sonoros muy lindo con una calidad bastante lo-fi, material exquisito y único. Otra edición de Carrots la hicieron Alan Courtis y Léonce W. Lupette, quienes trabajaron en dúo y compusieron algunos poemas y obras sonoras.
¿Y qué ocurría con tu escritura individual mientras tanto?
En 2014 manufacturé y conceptualicé una obra publicada por la editorial L.U.P.I. de Bilbao. Esto fue mientras ocurría lo de Milena Berlín. No encuentro una separación entre lo que es ser poeta y ser un poeta que se autoedita, puesto que para mí lo natural es autoeditarse. Entonces mantengo un vínculo interdisciplinario porque me gusta mantener una cercanía con las artes visuales, ya que en mi caso hago obras que terminan siendo libros de artista, fanzines o ediciones artesanales. El libro Alfabeto Dactilar fue un proyecto bastante ligado a la poesía visual. Básicamente lo que hice fue dividir mi mano en diferentes posiciones para poder escribir y empezar a escribir textos con huellas dactilares, lo cual hice partiendo de la siguiente premisa: quiero transformarme en una máquina de escribir. Me divertía la idea. Entonces empecé a investigar primero elaborando este sistema de escritura y luego a escribir textos dactilares, y eso terminó siendo una obra, un libro que se llama Alfabeto Dactilar que incluye también fotografías de Francisca García.
¿Hay otros trabajos que te gustaría mencionar?
Con la editorial L.U.P.I. también aparecí en una antología de poetas de Berlín editada por Jorge Locane y Ernesto Estrella. Se llamó El tejedor de Berlín y apareció en 2014. En ese período y posteriormente también salieron textos y obras mías en Hochroth Berlín y la editora Hybriden Verlag, de Hartmut Andryczuk. Por otra parte, la última obra que estoy preparando todavía no se ha estrenado. Es un trabajo que va a salir publicado en una revista francesa que se llama Cuadernos de la literatura oral a finales de año, un número de la revista enfocado en poesía y performatividad; se va a llamar Hacia arriba y hacia abajo muchas veces. Es otro experimento centrado en literatura y oralidad, y consistió en recorrer la ciudad de Buenos Aires e ir compilando entrevistas, sonidos, poemas propios, ruidos ambientales en mesas de bares, etc. Edité con ese material audios para un cassette y luego compuse una obra que es como una especie de guión con pequeños dramas distintos. Quería buscar básicamente dramas y conflictos para ir contando ciertas historias o generando vínculo con ciertos ambientes y así ir revelando nuevas narrativas. El paso siguiente fue hacer una transcripción de todos esos audios a un soporte de escritura, un pequeño cuadernillo. La siguiente fase consistió en su traducción al fránces, que estuvo a cargo de Léonce W. Lupette, y así luego empezar a observar todo lo que puede pasar en el viaje del sonido a la transcripción y luego a la traducción, como si fuera hacer una fotocopia de una fotocopia de una fotocopia. Entonces el trabajo consistió en transcribir un proceso performativo que consistió en mi transitar por la ciudad con mi grabadora, la performatividad de entrar a un lugar o a una conversación con una intención artística. Era transcribir y traducir un estado sensible, en este caso relacionado a una escucha diferente a la que uno puede hacer cuando sale de su casa y no se propone hacer una escucha activa.
La escucha activa desde mi punto de vista merece una intencionalidad artística y es uno de los aspectos que más me interesa de esta acción: la intencionalidad de percibir el entorno de una manera diferente. Pero al mismo tiempo se suma algo muy interesante, que es que esa experiencia de escucha activa fue detenida y registrada en audios, en una grabación. En este caso, se compuso finalmente un cuadernillo híbrido con una cinta, un cassette de audio. Y allí aparece un nuevo elemento que está presente desde hace tiempo en lo que hago y es la figura del “médium” o un objeto que cumple un rol como mediador entre situaciones; una tercera cosa, el número 3. Ese mediador es desde mi punto de vista aquello que templa las realidades, que puede acelerar o desacelerar las percepciones, ser una llave retro-proyectiva para crear tiempo. Desde lo sonoro, como dice Michel Chion, grabar es relacionar cosas, en el sentido de que cuando uno detiene un sonido en una grabación este inmediatamente puede ser recombinado con otro sonido. La escritura también es un acto performativo; escribir poesía es combinar cosas.
Para terminar, ¿podrías decirnos de manera resumida de qué manera te acercas a la poesía y cómo concibes tu oficio?
En la poesía hay momentos que trabajo desde lo gráfico, combino contornos y formas que considero que tienen una carga poética. Si trabajo desde lo sonoro, creo que estoy retransmitiendo historias, narrativas y ambientes desde ese medio. Y si trabajo desde lo escrito, que creo es lo más lo más incierto e incoherente que uno pueda hacer porque no hay nada más difícil que transmitir emociones o ideas a través de la escritura, creo que lo que más me desafía es justamente poder escribir y tratar de sintetizar algo. Verdaderamente creo que es un medio que no alcanza para eso y por eso trabajo con otros recursos y recombino la gráfica con el sonido y la escritura.
En cuanto a cómo definiría el oficio puedo citar a Luis Felipe Noé, a quien lo escuché decir que el arte es un oficio de resistencia. A un amigo puertorriqueño, Antonio Salvador, lo escuché decir que la poesía es un vértigo y Susana Thénon decía “Vida: tírame una moneda”, algo así también es aplicable al arte. Aparte de que me gustan mucho esas posibles definiciones, creo que me dedico a este oficio del arte sobre todo porque no sé qué es la poesía, es decir, no estoy haciendo esto porque sé lo que es, sino porque no sé lo que es verdaderamente y confío en que puede ser un medio para transformarme.
La entrevista fue realizada por Martina Herman
La redacción estuvo a cargo de Daniel Sarmiento Osorio